Rosa Leveroni

Luisa Cotonet Cerdó (Universidad de Vic)

Barcelona, 1910-1985. Poeta y bibliotecaria



Rosa Leveroni i Valls nació en Barcelona el 1 de abril de 1910, "hija de aquella, todavía, feliz burguesía barcelonesa", para decirlo con sus palabras. Estudió en el colegio Príncipe de Asturias y en las Damas Negras del Paseo de Gràcia, aprendió música e idiomas, y leyó todos los libros que le caían en las manos, pero el hecho que ejerció una influencia decisiva en su formación fue su ingreso en 1930 en la Escuela de Bibliotecarias, restablecida ese mismo año por la Diputación de Barcelona, bajo la dirección de Jordi Rubió i Balaguer. Allí aprendió lenguas clásicas, historia de las civilizaciones, literatura, historia del libro, nociones de paleografía, además de las materias propias de biblioteconomía, y fue alumna de una nómina profesoral que reunía personalidades tan relevantes como el mismo Jordi Rubió, Marçal Olivar, Pere Bohigas, Joan Petit, Lluís Nicolau de Olwer, Rafael Campanals, o Carles Riba, que impartía clases de Literatura General, y Ferran Soldevila, que enseñaba Historia de Cataluña.

El intercambio de inquietudes entre profesorado y estudiantes, las actividades que se promovían fuera de las aulas y sobre todo el ambiente de amistad, que a menudo favorecía que la admiración intelectual se convirtiera en enamoramiento, conformaron la personalidad de Leveroni y determinaron su vocación literaria. Así, la fiel amistad que mantuvo con Carles Riba la convirtió durante el exilio del poeta en su nexo con los núcleos resistentes republicanos del Principado y en la depositaria de las Elegies de Bierville. Asimismo, Soldevila fue su pasión amorosa dominante y uno de sus interlocutores intelectuales, quizás el principal, hasta la muerte del historiador en 1971. Al acabar sus estudios en 1933, le otorgaron una beca para hacer prácticas en Madrid y escribir una tesina sobre literatura para niños. En el fatídico año de 1936 entró a trabajar como bibliotecaria en la primera Universidad Autónoma de Barcelona, y cursó dos años de la carrera de Filosofía y Letras durante la Guerra Civil.

Su primer libro de poesía, Epigrames i cançons [Epigramas y canciones] (1938), fue finalista del premio Joaquim Falguera en 1937. Se publicó precedido de una "carta-prólogo" del maestro Riba, en la cual encontramos estas palabras: "Usted busca preservar la expresión de su intimidad en unos ámbitos prefijados, breves y limpios". Efectivamente, en el volumen se puede detectar la estética de los novecentistas y de los postsimbolistas catalanes, además de buena parte de la tradición poética europea. También están presentes los ejes fundamentales de su trayectoria poética: el amor, casi siempre desafortunado, la soledad y el deseo de aprehender el misterio de la naturaleza para fundirse con ella.

Pasada la guerra, la purga de funcionarios de la Generalitat le supuso no poder continuar ejerciendo su profesión de bibliotecaria. Pero, a pesar de su violencia, la represión no consiguió doblegar sus convicciones; al contrario, Leveroni se convirtió en una de las principales activistas del grupo que se formó en torno a Riba, entonces adalid de la recuperación cultural. Y, además de colaborar en las revistas clandestinas Poesia (1940) y Ariel (1946), sirvió de contacto con los intelectuales del exilio y, como ya hemos apuntado, fue ella quien se encargó de distribuir entre los resistentes las Elegies de Bierville (1943) de Carles Riba. Durante los años cuarenta, participó varias veces en los juegos florales que celebraban los exiliados: las "Dotze cançons" ganaron los Jocs Florals de la Llengua Catalana de Londres (1947); y los "Tres poemes" ganaron el premio Editorial Lee, Jocs Florals de la Llengua Catalana de París (1948).

Sin embargo, hasta 1952 no publicó su segundo poemario, Presència i record [Presencia y recuerdo], esta vez prologado por Salvador Espriu, donde reunió también los poemas del libro anterior. Cuatro años después dio a conocer una de las muestras de la mejor lírica amorosa catalana: Cinc poemes desolats [Cinco poemas desolados], escritos bajo la advocación de Ausiàs March, que fueron galardonados con la Flor Natural en los Jocs Florals de la Llengua Catalana de Cambridge (1956). En estas composiciones Leveroni insiste en los temas de la soledad, el desengaño, la falta de esperanza, el paso del tiempo y el deseo del "regreso a la tierra", que comporta la muerte como la única salida para apaciguar el sufrimiento de estar viva. Quizás esta falta de deseo de vivir impulsó Leveroni a mantenerse apartada del mundo literario durante décadas y a "guardar mi grito en las tinieblas", según expresan sus versos.

Aun así, en 1981 compiló toda su obra en Poesia [Poesía], que se publicó con prólogo de Maria Aurèlia Capmany y dos epílogos que reproducían los textos que Riba y Espriu habían escrito para los volúmenes de 1938 y 1952. La aguda mirada de Capmany describe a la poetisa "como si fuera una viajera inquieta, de Florencia a Londres, indecisa, y que por azar, entre viaje y viaje, se hubiera quedado aquí, en la Barcelona oscura del General", remarcando, a mi parecer, el carácter europeísta que destilan sus versos, además de la impresión de "una soledad brillante dentro de un universo de tonalidades discretas, grises, sin estridencias". En el volumen se incluyen también "Altres poemes", una compilación de composiciones de circunstancias, entre las cuales, "Homenatge a Anglaterra" y "Homenatge a Gabriel Ferrater".

Leveroni, miembro, junto con Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Teixidor, Maria Perpinyà, Joan Triadú o Palmira Jaquetti, de la generación que ella denominaba "perdida", siempre tuvo clara la necesidad de "pasar la antorcha" de los grandes poetas catalanes a las generaciones posteriores. Su visión del mundo surge, pues, de una voz poética que se siente heredera de una tradición, una cultura y una lengua, si bien suena con una originalidad indudable. En 1982 la Generalitat de Cataluña le otorgó la Creu de Sant Jordi.

Con todo, la obra de Rosa Leveroni no se agota con la poesía, de hecho su obra en prosa es mucho más extensa, a pesar de que quedó mayoritariamente inédita en vida de la poetisa. Sólo publicó algunos cuentos, como "L'estranger" o "El retorn", respectivamente, en la revista Ariel (julio de 1947) y en la Antologia de contistes catalans 1850-1950 (1950), y varios ensayos: "Bibliografia de Josep Puig i Calafalch" [Bibliografía de Josep Puig i Calafalch] (1947), junto con Maria Montserrat Martí; "Les imatges marines en la poesia d'Ausiàs March" al Bulletin of Hispanic Studies (1951), y un epistolario de Carles Riba en el volumen de homenaje In memoriam Carles Riba (1959-1969), publicado en 1973. La muerte le sobrevino a Leveroni en agosto de 1985, poco antes de que viera la luz el volumen Contes [Cuentos] (1985), preparado por Helena Valentí.

Por fortuna, en los últimos años se ha producido la recuperación de buena parte de su obra, que se guarda en el legado Leveroni de la Biblioteca de Catalunya. Este nutrido fondo de textos escritos a mano y mecanografiados, que, poco a poco, los estudiosos van poniendo al alcance del público en general, nos permite descubrir otras facetas de su fascinante personalidad. Así, con la publicación de Confessions i Quaderns íntims (1997), edición preparada por Enric Pujol i Casademont y Abraham Mohino i Balet, se desvelan aspectos de sus relaciones con Ferran Soldevila y con Carles Riba. L'Epistolari. Rosa Leveroni - Josep Palau i Fabre (1998), editado por Natàlia Barenys, aporta otra luz de gran valor documental y literario. Al año siguiente, la revista Reduccions (1999) ofreció una muestra de su actividad como traductora publicando su versión catalana de The Wasteland, de T.S. Eliot, con enmiendas de Carles Riba. Es ésta una vertiente de Leveroni todavía casi desconocida, a pesar de que tradujo del inglés y del francés fragmentos, poemas y cuentos de autores y autoras muy diversos, como Mariana Alcoforado, Mary A. Coleridge, Aldous Huxley, Rudyard Kipling, Katherine Mansfield, Boris Pasternak, tankas japoneses, reseñados por Pilar Godayol (Catalanes del XX, 2006). En el año 2000 Rosa Lentini publicó una antología poética de Leveroni, en edición bilingüe, en catalán y castellano, La casa desierta y otros poemas, que reunía un buen puñado de poemas inéditos. Ese mismo año, la Biblioteca de Catalunya editó Llibres i papers de Rosa Leveroni: catálogo de su archivo literario (2000), una guía que permite seguir el hilo creativo de Leveroni.

Todo ello hace pensar que la recuperación de su obra está garantizada, también gracias a estudios monográficos valiosos, como el que Abraham Mohino i Balet publicó en 2004, La prosa de Rosa Leveroni: instantànies de l'ésser, o con la reciente publicación, también a cargo de Abraham Mohino i Balet, junto con Enric Pujol i Casademont, de las Cartes d'amor y d'exili: Rosa Leveroni, Ferran Soldevila (2009). A estas alturas, Rosa Leveroni está viva no sólo en la memoria de sus incondicionales, sino en los estantes de las bibliotecas y librerías de nuestro país, sólo hay que acercarse. Vale la pena.

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