Quién soy y por qué escribo...

Maria Barbal

Maria Barbal (Tremp, 1949). Nacida en el Pallars Jussà, se trasladó a Barcelona a mediados de los años sesenta en lo que ella llama "migración cultural" para graduarse en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona. Se hizo un nombre con la obra Pedra de tartera [Canto rodado] (1984), que ganó el premio Joaquim Ruyra en 1984, entre otros importantes galardones. Algunos de sus títulos son Càmfora [Alcanfor](1992) -Premio Nacional de Literatura catalana 1993, otorgado por la Generalitat de Cataluña-, Carrer Bolívia [Calle Bolivia](2000), Bella edat [Bella edad] y País íntim [País íntimo](2005). La claridad con la que describe las relaciones humanas y los efectos del tiempo en las experiencias de la vida le han hecho ganarse el reconocimiento de la crítica y un buen número de lectores.

Soy una mujer. Nacida en Tremp, y por lo tanto, trempolina. Viví mi infancia y mi primera juventud en las comarcas leridanas de los Pallars. Centenares de días en el Jussà y unos centenares de horas en el Sobirà.

Mis padres me dieron lo que ellos no habían podido tener: instrucción desde bien pequeña; pero eran los años cincuenta y los centros escolares vivían sumisos, el catalán era ignorado. También a diferencia de mis padres, viví en la despreocupación de cualquier trabajo obligado que no fuera estudiar. Mi hermano y yo, como la mayoría de los niños y las niñas de Tremp, aprendimos a nadar en el pantano de Sant Antoni. Ya estamos en la época de las vacaciones, pero las mejores las tuvimos los primeros años, en el valle de Àssua, en casa de mi madrina, cuando todavía había campos sembrados y ganado para apacentar. Un poco de lejos, como si fueran un juego sin esfuerzo, conocí los trabajos propios del verano. Segar, gavillar, aventar... Era el final de una época que, cuando cumplí doce años, ya había acabado en casa de mi madre, pues por entonces hubo una gran afluencia de familias desde la montaña a las ciudades.

La mía fue sólo una migración cultural. Llegué a Barcelona a los catorce años, en 1964, para continuar el bachillerato. Entonces no sabía que acabaría siendo mi ciudad. Este hecho se produjo mucho más tarde, cuando ya había acabado Filosofía y Letras en la Universidad Central y me decidí a buscar trabajo en el campo de la enseñanza.

Hacía tiempo que me gustaba escribir, pero era una ocupación instintivamente íntima, de la que no acostumbraba a hablar.

Recuerdo unos versos en un bloc cuadriculado, debía de tener trece o catorce años. De entonces son también unas libretas donde seguía un diario. Cuando con mis compañeras del Instituto Montserrat viajé a Castilla, mi padre me pidió un reportaje. Su amor por la tierra y las personas, por la lectura, por las anécdotas, por las palabras, creo que fue definitivo en el hecho de que yo empezara a escribir. Ahora bien, se me pregunta por qué escribo, en presente.

Hay más de una respuesta y, por lo tanto, cada una contiene sólo una parte de los motivos, aunque cualquiera de ellos es suficiente para escribir.

Escribo porque me gusta.

Porque es una manera de vivir en otras pieles. Es decir: para ser quien no soy y hacer aquello que no hago, seguramente un intento de travestismo y de inconformismo.

Escribo para tener la libertad de decir lo que no diría al hablar.

En algunos momentos, escribo por necesidad.

  • Poesía Dibujada
  • Massa mare
  • Música de poetes
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