Quién soy y por qué escribo

Carme Riera

Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) es profesora de literatura española en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su obra se ha traducido a varios idiomas. Algunos de los títulos más importantes son Dins el darrer blau (1994) y Cap al cel obert, ambas son novelas históricas sobre los judíos en Mallorca. La meitat de l'ànima obtuvo el premio Sant Jordi en el 2003.

A los motivos que me impulsan a escribir, se superpone siempre, con obsesiva claridad, una imagen, la imagen de una niña (de una nena, como dicen en Barcelona) con trenzas y ojos tristes, que miraba el lejano mar desde una ventana, de una casa grande y vacía del barrio viejo de Palma de Mallorca. La imagen de aquella niña que rehuía aterrorizada los espejos porque no era guapa como su madre, y sí fea como su padre, vuelve a llenar ahora mi retina: no juega, mira cómo juegan sus hermanos en el jardín de casa, desde el balcón del cuarto de la abuela, la señora abuela, a la que oye casi todo el día contar viejas historias de un pasado familiar, rancio y desbaratado. Historias de amor con lujos y pasiones incontrolables, incluso con raptos, historias que desbocan la fantasía de la niña y la impulsan a fabular otras historias parecidas. La niña triste que rehúye los espejos, porque tiene miedo de verse reflejada con el bigote que gasta su padre, empieza a escribir a los ocho o nueve años variantes de las historias que le cuenta la abuela y hasta pretende -con el fin de no enfrentarse directamente al hombre de negro que todas las semanas la interroga tras las pequeñas rendijas del odioso confesionario- confesarse por escrito. Sólo así, hurtando su presencia, se siente capaz de vencer su infinita timidez e incluso para diluir entre las líneas de la caligrafía las posibles culpas. Digamos que la hoja en blanco le sirve de espejo, del espejo que rehúye, porque en la hoja en blanco se siente favorecida y hasta gratificada.

No negaré que siento bastante ternura, mucha más que cuando éramos la misma, por aquella niña que fui, cuyas vivencias explican, en parte, los motivos que me impulsan a escribir. Ahora sé por qué empecé a escribir, y que fue por culpa de mi abuela, en primer lugar, animada por su capacidad de contar historias, y, en segundo lugar, porque escribir me servía para ahuyentar los fantasmas y sobre todo para explicarme el mundo, para conocer la realidad que me rodeaba y aclararla. Después, a esos motivos fundamentales, se han ido añadiendo otros; escribo, sin duda, porque no puedo evitarlo, no puedo sustraerme a la necesidad de fabular, de imaginar alternativas a la realidad, al entorno, a todo lo que tengo al alcance

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