Han dicho...

La poesía de Anna Montero es una poesía que indaga en el silencio, que nos muestra la imposibilidad de captar el momento más allá de la propia experiencia verbal, que es el propio poema. Una poesía que con pocos elementos es capaz de sugerir lo máximo, porque en el silencio intuimos la presencia de las voces perdidas, porque en la ausencia entendemos la futilidad de aquello que teníamos, y comprendemos a la vez que todo lo que tenemos ocupa un vacío. En sus versos hallamos metáforas turbadoras que nos obligan a concebir lo cotidiano de una nueva forma, dentro de la mejor tradición simbolista y de la "poésie pure": la luz calla y respira, y los pequeños fragmentos de realidad que recoge la poetisa apelan a la "ténébreuse et profonde unité" que invocaba Baudelaire .

La poesía de Anna Montero no refleja nunca la acción desatada del temporal. Sus poemas son la asunción sosegada de la voracidad de un elemento común tanto a los desperdicios que reposan en las playas como a las palabras con las que la poetisa intenta aferrarse a la quietud: el paso implacable del tiempo. Reconozco que a mí me habría gustado encontrar más momentos de expansión en este sentido, alguna grieta por donde la convulsión interior emergiera sin tantos diques de contención, desnuda de la simbología sobre la cual la poetisa ha ido construyendo su obra, de ese código que, pese a que por una parte le confiere una voz propia -que en buena medida se caracteriza porque busca el cincel depurador del silencio-, por la otra es una mordaza que sólo deja intuir su fondo efervescente. Lo mismo que la calma en el mar, que, en unos días, se encargará de devolverlo todo a su lugar. Y hablo de convulsión interior porque los indicios están, por ejemplo -y como tema primordial-, en ese paso del tiempo que a lo largo de Serenitat de cercles [Serenidad de círculos] va dejando sus rastros. Unos rastros, eso sí, fosilizados, donde ya se ha detenido la contemplación, la reflexión, y donde ese proceso de erosión que pule las formas ha hecho su trabajo, hasta llegar al reconocimiento tácito de formar parte de las horas que no cesan.

Ir más allá de la mera apariencia o superficie de las cosas es un propósito cardinal a lo largo del libro, una de las claves que la autora tiene que desentrañar en su periplo interior: "saber el agua próxima bajo la roca, sentir la presencia de la savia en el corazón del árbol". Es decir, ensanchar la captación del mundo desde un nivel de introspección que nos llevaría a emparentar la poesía de Anna Montero, y su manera de concebir la escritura, y quizás también la vida, con doctrinas orientales más o menos próximas a la actitud Zen. [Montero tiene la] intención de recomponer el mundo desde la conciencia de una doble realidad: una, la que emerge a los sentidos externos, la cima de la montaña, el horizonte inmóvil del mar; la otra, la subyacente, los ríos subterráneos, el roce silencioso de las conchas en el fondo del océano.

La apropiación del pasado es otro de esos puntos cenitales donde el propósito de introspección aporta lucidez, más allá de una superficie turbia (día a día / en el espejo se escurre / una raíz más honda que el tiempo, / un secreto de agua furtiva / que la oscuridad escondía"), y esta lucidez ha de venir, precisamente, motivada por la liberación respecto de las convenciones temporales, para llegar al centro exacto del círculo, al punto cero, a la conexión umbilical al final de la cual se inicia una vida.

Maria Josep Escrivà, "Tot és on ha de ser", Caràcters, segunda época, nº. 30 (enero 2005)

Hay, en la poesía de Anna Montero, una vitalidad primera, primigenia, esencial, táctil, "terrosa", en el sentido positivo del término, que la emparenta con la manera de hacer -i de dir- de Miquel Gil. Es esta esencia, precisamente, la que captamos en los versos del poema "S'amaga", y que tan felizmente percibimos también en la voz del cantautor. Una esencia que se hace presente como un rasgo distintivo que suministra singularidad y "personalidad" poética a la apuesta literaria de Anna Montero: que se repite como un artefacto que es "marca de la casa", como un síndrome de belleza en cada uno de sus poemas.

[...] Serenitat de cercles es una muestra más del savoir faire de Anna Montero, una autora que poco a poco se ha hecho un nombre en nuestra lírica y que hay que tener muy en cuenta. La poética de Anna Montero es sensual y mordaz al mismo tiempo. Ésta es la premisa y la fuerza de su poesía. Por debajo del caudal prolífico de sus versos, hay una corriente inacabable que bebe en la esencia, una fuerza primigenia y telúrica que nos remite a la palabra primera; un horizonte de palabras esenciales, una savia vital y valiosa bajo su corteza.

Juli Capilla, "Versos sota l'escorça," Levante (22/04/2005)

Anna Montero, además de su importante tarea como traductora, cultiva también la poesía. En 1983 publicó la recopilación Polsim de lluna [Polvo de luna], a la que siguió, en 1988, Arbres de l'exili [Árboles del exilio] y una plaquette con tres poemas: Traç 45 (1990) [Trazo 45]. Ahora acaba de publicar un nuevo poemario, La meitat fosca [La mitad oscura] -título extraído de los dos versos de Valéry que encabezan el libro-, que constituye una rigurosa e interesando aportación a la poesía valenciana.

Aparentemente, La meitat fosca parece una prolongación de las anteriores recopilaciones. En este libro encontramos, por ejemplo, la tendencia a fabricar poemas cortos, de un lirismo refinado y esencial: El minimalismo lírico [...]. Creo, sin embargo, que estos nuevos versos suponen un esfuerzo por superar la producción anterior. En Arbres de l'exili, por ejemplo, a menudo hallamos un discurso animado por un movimiento dramático en el que se expresa una aventura personal. Este dinamismo esencial no se encuentra ya en La meitat fosca [...]. Oímos una voz poética más pura, que dice sus emociones con un lenguaje muy estilizado, quintaesenciado y sencillo (con deliberadas repeticiones de palabras en un mismo poema). La voluntad de abstracción, sin embargo, la encontramos más acentuada en "Presagis", que adopta, por lo general, un punto de vista, impersonal. Estos poemas son como pequeñas cristalizaciones de un instante, únicos, irrepetibles, silencioso, como iluminaciones "en la fosca", en la oscuridad. [...] Todo es, al fin y al cabo, lenguaje.

Josep Iborra, "La llum i l'ombra", El Temps, nº. 547 (12/12/1994)

Anna Montero (Logroño, 1954) elabora poemas breves que nos hablan de amor, de la poesía y el sueño, siempre con un cariz existencial que refleja la angustia de la carencia de sentido y el vacío del mundo. Polsim de lluna (1983) manifiesta esta cosmovisión con un lenguaje desnudo y al mismo tiempo con numerosas imágenes: Tenderé esta noche / en el balcón ropa y luceros. / La luna secará los sueños". Arbres de l'exili (1988) presenta "el viaje sin nombre" donde convergen la naturaleza, la memoria y el tiempo, y donde la fugacidad de las cosas comporta el deseo de vivir intensamente porque después se impone nuevamente la ausencia (nada queda sino la escarcha / del deseo"). La poesía se convierte en el medio para forjar otro sueño, y la palabra justa y esencial conlleva la meditación sobre el amor, la existencia y el lenguaje.

Ferran Carbó, "La poesía", Literatura actual en el País Valencià, nº. 547 (12/12/1994)

[A Arbres de l'exili] Anna Montero parece haber encontrado un camino para sus formas, para su lenguaje sugerente y breve, que aspira a condensar el mundo.

Este mundo [...] tiene sus cimientos en la soledad obligada del poeta, la escritura como exilio interior que se rodea de las sombras que ha conocido, de los hechos que la han conducido hacia una determinada visión, esmerada e intimista, de lo que hay fuera, aquello que hace del ser humano "país / ... / para el exilio" cuando quiere ensanchar su mirada con la reflexión y profundizar las razones últimas de la existencia. [...]

Quizás habría que buscar las raíces de la poesía de Anna Montero en algunos poetas franceses, Jaccottet, Bonnefoy, en el sentido espacial de un Paul Valéry [...] o quizás en la búsqueda voraz de la palabra justa de un Jorge Guillén, de un Riba, sin olvidar cierta comunidad de intereses con algunos libros de Eugenio de Andrade.

Una línea ésta dentro de la que se inscribe Anna Montero: en la lenta investigación de una manera de definir la vida, los deseos, la felicidad del ser que se detiene y se esfuerza por entender todo lo que permanece desde el inicio.

Xulio Ricardo Trigo, "Jardí essencial," El Temps, nº. 217 (15/08/1988)

Anna Montero había publicado Polsim de lluna; aquél era un libro de sintaxis rota y de imágenes con fuerza que no dejaba prever por dónde podía ir su futuro. Después, las traducciones de Baudelaire con Vicent Alonso hicieron prever que, cuando menos, sus intereses la acercaban a su mejor modelo. Ahora, aclara, sin sorpresas, las posibles conjeturas. [En Arbres de l'exili] Montero apuesta por una dicción sencilla, por el poema roto hecho de imágenes inmediatas, aisladas, que quizás llevan a una comparación muy tenue en la vida amorosa, o -aun más raramente- moral.

Francesc Parcerisas, "La timidesa", El País. Quadern (27/10/1988)

Anna Montero ha publicado su quinto libro de poemas, Serenitat de cercles (Proa), una obra de una gran madurez intelectual, humana y artística. La nueva recopilación de Montero es muy sutil porque el discreto y eficaz tono lírico que impregna el conjunto hábilmente disimula el exigente proceso intelectual que está operando en profundidad a lo largo de las cuatro partes del conjunto. De hecho, la obra reconstruye el extraordinario viaje de la poetisa hacia la madurez, plenamente alcanzada en la última parte del libro.

Sam Abrams, "L'esclat de verds", Caràcters, nº. 32 (junio 2005)

No menos personal es Anna Montero, que en La meitat fosca elabora, desde el amor y la maternidad, una sutil indagación sobre el poder creador de la palabra. Diestra en el manejo del verso breve, Montero convoca un lirismo de ecos entrelazados que, de tan reticente, tienta la poética del silencio, pero que descansa en una ley de asociaciones fructíferas. Da nombre y crea, como el poder que invoca.

Enric Sòria, "Poesia valenciana: una eclosió precària", Escola catalana, nº. 323 (octubre 1995)

Lo que en Com si tornés d'enlloc [Como si volviera de ninguna parte] nos golpea es el efecto crudamente instalado en la emotividad de la poetisa y, más allá aún, en la que tiene que permanecer en el lector. Anna Montero sabe que las palabras son piedras (preciosas), para poblar la ausencia, testigos incorruptibles de un tiempo. Las pule con cuidado, muy lentamente, atenta a no estropear aquello que exhiben, sino el misterio que ocultan.

Maria Josep Escrivà, L'hàbil conmoció de la nostàgia", Caràcters, segunda época, nº. 9 (abril 1999)

La poesía depurada e insinuante, de tono tenue y atmósfera delicada que hace Anna Montero gana en intensidad con cada nueva publicación, como se ve en Com si tornés d'enlloc, donde nos habla de la nostalgia, las ausencias, el vacío y el recuerdo como sustento vital.

Francesc Calafat, "En el nom de la poesia (Notícia de la poesia de l'any 1999)", Caràcters, segunda época, nº. 11 (abril 2000)

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