Manuel de Pedrolo

Xavier García

Manuel de Pedrolo (1918 1990), uno de los novelistas más prolíficos de la literatura catalana del siglo XX, fue uno de los escritores más leídos de la posguerra. Novelista, dramaturgo, ensayista, poeta y traductor, su obra abarca casi todos los géneros literarios. Su novela más destacada es Mecanoscrit del segon origen, una historia de ciencia-ficción que fue un éxito de ventas.

Manuel de Pedrolo (l'Aranyó, 1918-Barcelona, 1990) fue un clandestino en una sociedad secuestrada. Hijo de una antigua estirpe nobiliaria, nació dentro de los muros de un castillo de la inhóspita comarca de la Segarra, propiedad de la familia paterna. Fue un adolescente solitario lleno de expectativas durante la República en una pequeña capital, y un joven soldado que hizo la guerra en el bando de los vencidos. Un escritor de posiciones insobornables a lo largo de la dictadura franquista y un intelectual aislado en una democracia avara que, para nuestro autor, desdibujó claramente las libertades colectivas. El silencio de la crítica en torno a su obra hizo que en los últimos años de su vida el escritor alimentara la idea del fracaso. A su entierro asistió su mujer, su hija y un buen amigo que llegó tarde.

Sin embargo, fue uno de los escritores más leídos de la posguerra y nos ha legado una obra poética considerable; unos centenares de artículos periodísticos con su respetable número de entusiastas; unas cuantas piezas teatrales primordiales; la novelística de más calado de nuestra literatura, con su correspondiente legión de lectores, y todavía mas, un radical concepto de la creatividad y una imagen de autor que compromete su ser en cada línea. Presumía el fracaso de antemano. Entregado de pleno a un universo-literatura de rebelde coherencia interna, Pedrolo no sólo es un capítulo estelar de la literatura catalana contemporánea: es una aportación rotunda a la historia de nuestra cultura.

Una totalidad creativa

Los únicos límites entre Pedrolo y su obra los impuso la imaginación. Ni la más estricta censura política o moral se interpuso en su proyecto literario, como lo muestra el desfase cronológico, provocado por aquella institución, que hay entre la fecha de redacción y la publicación de muchas de sus obras. Como Un amor fora ciutat [Un amor extramuros], novela de temática homosexual desde la perspectiva del psicoanálisis, que, escrita en 1959, no se pudo publicar hasta 1970, y aun entonces sufrió un proceso judicial por escándalo público. Pero Pedrolo es autor de una obra más que de obras: una totalidad significativa más allá de escuelas o movimientos estéticos que generó novelas de cariz realista (Estrictament personal, 1954), humorístico (Cops de bec en Pasadena, 1956 [Golpes de pico en Pasadena]), simbolista (Totes les bèsties de càrrega, 1965 [Todas las bestias de carga]), textualista (Text/càncer, 1973), de ciencia-ficción (Mecanoscrit del segon origen, 1973 [Mecanoscrito del segundo origen]), policíaco (Mossegar-se la cua, 1967 [Morderse la cola]), etc., y teatro del absurdo (Homes i no, 1957 [Hombres y no]), poesía de raíz simbolista, visual (Sobres, 1994), etc. Un universo literario autónomo que acoge las obras, unas de más éxito que otras, como una parte del todo de esa trayectoria indeclinable en su exigencia ética.

Pedrolo, pues, transitó todos los géneros. De hecho, empezó, como otros, incluido su admirado W. Faulkner, escribiendo, y publicando, poesía (Ésser en el món, 1949 [Ser en el mundo]), pero no tardó a darse cuenta de que entre su poética y su proyecto existía el abismo del arte por el arte. Una concepción estética que el poeta creía la más válida pero que se encuentra demasiada alejada de la jerarquía de valores del intelectual. Abandonó el cultivo de este género y pasó al ejercicio del cuento y la narración, que también descuidó a partir del 1956, justo cuando ganó el Premio Víctor Català por la recopilación Crèdits humans [Créditos humanos]. Una de estas narraciones, "Diàlegs d'un fugitiu" (Domicili provisional, 1953) es la clave para acceder a su teatro porque se trata de una obra completamente dialogada. Si queréis insertar las acotaciones dramatúrgicas necesarias, os encontraréis delante de una pieza teatral. De hecho, a continuación escribirá su primera obra teatral publicada Els hereus de la cadira (1954) [Los herederos de la silla].

En la vertiente dramática de esta totalidad creativa, Pedrolo cosechó bastantes éxitos. Fue traducido a diversos idiomas y ampliamente estrenado, incluso en la Sorbona de París, cuna del teatro del absurdo, y es que a esta escuela adscribieron parte de su obra. Como muestra de ello, cabe decir que Pedrolo fue el único autor ibérico, valga el eufemismo, estudiado por el prestigioso crítico Martin Esslin en su Theatre of Absurdism. Y también escribió obras de otro tipo, por ejemplo, de la calidad de Homes i no (1957). En el fondo, Pedrolo nunca se consideró exactamente un dramaturgo; ocurrió que, en circunstancias adversas para su comunidad, escribió teatro, y no es casual que al aparecer Teixidor o Benet i Jornet disminuyera, hasta el olvido, su producción: una solución de continuidad para una tradición truncada que nuestro autor se veía capaz de reflotar.

Ser novelista

Pero ya desde muy joven Pedrolo quiere ser novelista. Ésta es la vertiente más importante de su obra, en calidad y en cantidad, que suma unas 20.000 páginas. Fue, asimismo, un novelista protéico que no desdeño ningún subgénero. Siempre, sin embargo, con una vocación realista que entendía la ficción como una alter-realidad.

Tenemos que destacar que Pedrolo se desmarcó del realismo como tradición mediante, entre otras, pero sobre todo, la novela psicológica, que entendió también como una alter-realidad, influenciado, probablemente, por sus lecturas freudianas; pero también cultivó la vertiente ideológica, porque había mostrado su eficacia para describirnos los aspectos sociales a la manera de Zola. Y todavía tendríamos que hablar de los ribetes naturalistas como polarización de este realismo, el intento de presentarnos unas situaciones límite. A la postre, fue un heterodoxo que introdujo elementos de ficción dentro del terreno del realismo porque pretendía subvertir la realidad a fin de reunir el máximo número de verosimilitudes, de realidades narrativas, iba a decir.

El caso paradigmático de "Temps obert"

Pedrolo, un verdadero novelista más que un estilista, reunió algunas obras suyas al amparo de series novelísticas: la trilogía "Anónims" (1970-1971) o las tetralogías "La terra prohibida" (1957) y "Apócrifs" (1978-1983). De estos ciclos narrativos, el más considerable y el que refleja más claramente el concepto literario que queremos reconstruir, aquella totalidad narrativa, es, sin duda, "Temps obert" (1963-1969), una serie que comprende once volúmenes y que quedó inacabada por su misma razón de ser. Se trata de un conjunto de obras con un protagonista único, Daniel Bastida, que desarrollan diversas situaciones simultáneas y excluyentes. Las nueve primeras novelas del ciclo, que forman el primer libro, presentan las diferentes consecuencias derivadas de una misma situación conflictiva: un bombardeo durante la Guerra Civil en el barrio de Gràcia de Barcelona. Este ataque aéreo puede afectar a la familia Bastida, o porque muere el padre o la madre, o porque cambiarán de barrio, etc. Así, hasta nueve diferentes posibilidades, cada uno de las cuales se plasmará en un volumen que, a su vez, genera otra situación conflictiva, la cual, también, desarrolla diversas situaciones simultáneas y excluyentes, pero que serán coherentes con el pasado que el protagonista arrastra desde la novela originaria.

Se trata de una estructura novelística sin parangón en la literatura universal que nuestro autor ya propuso en 1953 en el cuento "El millor novel·lista del món" y ensayó en diversas obras (Viure a la intempèrie, 1962 [Vivir a la intemperie]) antes de encontrar su forma final. Estructura, además, que, en cada novela del ciclo, recibe un tratamiento diferente (novela epistolar, monólogo interior, desorden cronológico, visión calidoscópica, etc.). Una preocupación formal que, además de la recurrencia de los grandes tópicos temáticos, es, probablemente la otra característica esencial de la narratologia de Pedrolo: la investigación de un lenguaje/novela.

Geometrías de una poética: el lenguaje/novela

Pedrolo intentó incorporar las estructuras y técnicas de la novelística internacional a la tradición catalana. Hasta el momento de la aparición de nuestro autor estas incorporaciones eran contadas (algunas obras de Puig i Ferreter, Fanny, de Soldevila...). Se ha hablado de la influencia de la generación perdida en esta aportación, pero habrá que añadir también la del Noveau Roman francés. Incorporaciones, exploraciones novelísticas, que añaden matizaciones al modelo primario y, por lo tanto, lo convierten en original. Señalamos dos de los recursos más típicos de esta obra: el rechazo de la omnisciencia (S'han deixat les claus sota l'estora, 1978 [Se han dejado las llaves bajo el alfombrín]; Sòlids en suspensió, 1974) y el perspectivismo temporal (Cendra per Martina [Ceniza para Martina], 1952; Les finestres s'obren de nit, 1955 [Las ventanas se abren de noche]), al fin y al cabo, dos recursos con un parentesco bien próximo. Una investigación nada gratuita cuando el autor no escribe para distraerse ni distraernos, sino al contrario, para buscar la condición humana.

Las metas más profundas de esta investigación las encontramos en la obra Espais de fecunditat irregular/s (1973). Una novela que empieza, aunque nunca acaba, con una frase que hay que terminar. Que en su desarrollo exige un orden sintáctico, gramatical, etc. Y en éste ir haciéndose, genera también errores que el mismo texto, ahora ya texto/personaje -Blanca- corrige acumulando datos sobre el conocimiento de la realidad en la que evoluciona. Una realidad creada desde la sintaxis, convertida, pues, en universo-literatura que "escribe y se escribe". Por eso, la protagonista es todas las protagonistas y el texto se convierte en todas las novelas. Una concepción novelística autógrafa que, oh paradoja, inaugura unas posibilidades ilimitadas dentro de una finitud.

La obra de un hombre que no tenía medida y que escribió como un poseído: Manuel de Pedrolo dixit.

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