Han dicho...

Josep M. Espinàs es uno de los escritores catalanes más conocidos. Autor de ensayos, libros de viajes y trabajos autobiográficos, escribe regularmente artículos para periódicos y revistas. Es, además, un invitado frecuente en programas de radio y televisión.

Josep M. Espinàs es autor de una extensa obra narrativa en la que ha dominado el elemento realista y testimonial. Ya en los años cincuenta fue uno de los primeros en incorporar las formas literarias neorrealistas, combinando modelos de la literatura española (Delibes, Camilo J. Cela) y tributando homenaje al cine italiano, que se imponía como opción para la crítica de la realidad de la posguerra. Espinàs ganó el Premio Joanot Martorell 1953 con la novela Com ganivets o flames [Como cuchillos o llamas] y se convirtió en uno de los abanderados de la práctica de la narrativa realista. Con novelas como El gandul (1955) y Tots som iguals [Todos somos iguales] acentuó su atención en una narrativa de carácter marcadamente social. En esta última destacan los agudos contrastes entre la situación económica, sobre todo de vivienda, entre los personajes de diferentes clases sociales. En Combat de nit [Combate de noche] (1959) presenta un grupo de trabajadores desde una perspectiva que bordea la épica: un grupo de camioneros en lucha con la mecánica. Los personajes están despersonalizados, no da su nombre sino referencias físicas, y hay una visión objetivada de la realidad del viaje y de los espacios que visitan a partir de los monólogos interiores y las descripciones. Espinàs también publico libros de cuentos: Varietés (1959), Premio Víctor Català 1958, y Els joves y els altres [Los jóvenes y los otros] (1960). El realismo de Espinàs parte de una visión escéptica de la sociedad. Se fija en la tragicomedia humana, en las vidas anónimas que configuran el universo urbano de una sociedad sin esperanzas. Su condición de periodista se traduce en unas dotes extraordinarias de observador y crítico social, y en la adopción de una perspectiva desencantada teñida por un humorismo de gran densidad. Escéptico e individualista, los planteamientos de los años sesenta no casaban mucho con una propuesta revolucionaria. Desde la fundación del periódico Avui (y hasta enero de 1999) fue fiel columnista de este diario, con una de las secciones más populares. Así amplió la dedicación que ya había hecho antes en español en el Noticiero Universal, Destino y El Correo Catalán. Espinàs ha combinado siempre el periodismo y la literatura. El mejor fruto de esta vocación han sido sus series de entrevistas de televisión recogidas en un volumen; y los libros de viajes por Cataluña, desde el mítico Viatge al Pirineu de Lleida (1957) que hizo con Camilo José Cela, hasta los más recientes, a comarcas alejadas del centralismo barcelonés, llamando siempre la atención hacia grupos sociales y problemas alejados de los centros de interés. Los últimos años ha vuelto a escribir ficción: la novela Vermell i passa [Rojo y pasa] (1992) y la magnífica recopilación de cuentos Un racó de paraigua [Un rincón de paraguas] (1997).

Enric Bou, «El context cultural a partir del 1959», Literatura catalana contemporània, (Barcelona, UOC-Proa, 1999).

Leer regularmente el artículo diario de un columnista enseña no sólo las opiniones que el articulista tiene sobre el mundo sino la trama interna que las sustenta: de qué habla, cuándo habla, como alterna los focos de interés... Y entonces puede pasar que, al ser un eguidor tan fiel, si hay trampa, la descubras y te decepciones, y si no hay, quedes fascinado y, de paso, aprendas bastante sobre el oficio de columnista. Desde el Joan de Sagarra que publicaba en Tele/eXprés yo no había leído con fidelidad ningún columnista diario hasta que en 1976 Josep Maria Espinàs empezó a publicar cada día un artículo, durante más de veinte años en Avui y últimamente en El Periódico.
Tengo claro que gracias a Espinàs he entendido que no hay noticias pequeñas o grandes; todo depende del uso y del comentario que se haga. Que, si de eso que se llama «un tema de actualidad» ha hablado todo el mundo, quizás vale más no decir nada si todo lo que dirías ya lo ha dicho otro antes. En cambio, si se aporta un punto de vista diferente, por pequeño que pueda parecer, vale la pena hablar de él, aunque de ese «tema de actualidad» todo el mundo haya dicho antes la suya. También he entendido que se puede ser duro y educado, juicioso e irreverente, y que es más efectiva una opinión dicha con coherencia y una sonrisa que con improperios supuestamente provocadores. Y que, en conjunto, lo importante es ser uno mismo, independientemente de que lo que pienses coincida o no con la opinión mayoritaria o convencionalmente correcta.

Quim Monzó, «25 anys d'artícle diari de Josep Maria Espinàs», Homenatge a J. M. Espinàs (23/04/06).

Dice el autor...

Los escritores nos equivocamos bastante sobre nosotros mismos. Yo escribí novelas y, aunque ahora parecen pocas, entonces eran el cien por cien de mi producción. Estuve durando cinco años escribiendo dos novelas cada seis meses. Ejercía de novelista total y, además, con la suerte de vender. Lo dejé, no porque me sintiera frustrado, o fracasara o no vendiera... Quizás influyó mi temperamento proclive al cambio y el hecho de iniciar el movimiento de la Nova Cançó, para mí incompatible con la serenidad mental necesaria para escribir novelas... También pensé que debía llegar una nueva generación que tenía que hacer una novela diferente de la que hacíamos nosotros. Empecé a publicar con veintiséis años. No tenía una vocación de novelista como para pensar que lo sería toda la vida. Eso no lo he pensado nunca, ni para ser novelista, ni abogado ni cantante... No sé por qué dejé de escribir novela. Tampoco me interesaba mucho el Nouveau Roman, ni el experimentalismo, ni las nuevas técnicas que entonces se llevaban ...
Todo escritor se hace una clientela. Pero ¿donde está la mía?: ¿en los libros de viajes, en las novelas, en la canción? Parece que sea fácil, pero también tiene un punto de riesgo. La verdad es que es un hecho mi comunión con el público. Me ha pasado desde que tengo veintisiete años. Nunca he tenido un libro en el cajón para publicar. Yo tengo determinadas aptitudes, condiciones que hacen comunicable lo que hago. No porque me lo haya planteado. Siempre he hecho lo que tenía ganas de hacer. Siempre he escrito sin esquemas previos, sin capítulos ni nada. Mi obra es como aquellas figuras de números y puntos que, al unirlos, sale una figura. Hay otras personas que dibujan sabiendo ya adónde quieren ir.

«Entrevista de Carles Geli a Josep M. Espinàs», Cultura Barcelona, nº. 18 (Barcelona, 1990).

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