Joaquim Ruyra

(Nou diccionari 62 de la literatura catalana)

Girona, 1858 - Barcelona, 1939. Narrador y poeta, también cultivó la traducción, el ensayo y el teatro. De familia de propietarios rurales y abogados, Ruyra estudió derecho en Barcelona pero nunca ejerció. Desde la adolescencia se entregó a la ambición literaria en un proceso largo y conflictivo que se desplegó en paralelo a la eclosión del catalanismo político y de la Renaixença literaria. Al igual que su amigo Ramon Turró, quería escribir en castellano, y durante años compuso extensos dramas románticos de ambiente medieval y relatos diversos. Los manuscritos inéditos de esta etapa de aprendizaje, que se cierra en 1890, se conservan, junto con el resto de su fondo literario, en su casa solariega de Blanes. En castellano, Ruyra sólo publicó, y anónimamente, "El canto de la pescadora", dentro de la compilación hecha por Ramon Turró en Composiciones literarias (1878), narración breve que ya apunta la ambientación marinera que caracteriza su obra posterior.

En los años universitarios, Ruyra frecuenta Jacint Verdaguer, amigo de la familia, y se convierte en espectador de excepción de la publicación de L'Atlàntida [La Atlántida]. Continúa escribiendo en castellano a pesar de que la influencia de Verdaguer es decisiva para que cambie de lengua y descubra las posibilidades literarias que encuentra en el catalán vivo y coloquial. Así se manifiesta en "L'envejós", relato inacabado que da expresión a sus dudas y contradicciones. Instalado ya en Blanes y al cargo del patrimonio familiar, vive atento a la vida literaria y estudia la lengua de marineros y labradores. En 1889 se casa con Teresa de Llinàs y participa en el grupo catalanista formado en torno al escritor Josep Cortils i Vieta, natural de Blanes.

En catalán, se dio a conocer en los Jocs Florals de Girona (1891, 1894 y 1896), Barcelona y Olot (1895) con poemas de tono épico y romántico que merecieron varias distinciones. En 1896 obtiene el premio extraordinario del consistorio de los Jocs Florals de Barcelona con "Mar de llamp", "La mirada del pobret" y "Les senyoretes del mar", relatos muy breves que denotan una síntesis muy personal de elementos románticos y maravillosos, folclóricos y realistas, con influencia de Dante y Poe. En 1897 publica numerosos poemas simbolistas, parnasianos y traducciones de Verlaine en el periódico La Veu de Catalunya, que lo convierten en un importante innovador de la versificación. Ruyra incorporó estos logros a las numerosas narraciones y novelas breves que publicó en diarios y revistas. Con la compilación Marines i boscatges [Marinas y florestas] (1903) se convierte en un narrador central del modernismo, tal como lo ponderó Joan Maragall, y modelo de prosa literaria para las posteriores generaciones por su sentido del lenguaje y su riqueza expresiva.

El reconocimiento unánime llevó a Ruyra a desarrollar otras actividades literarias, entre las cuales destaca su prolongada colaboración en tareas filológicas desde su decidida posición a favor de un sistema lingüístico unitario, primero junto a L'Avenç y, después, con Pompeu Fabra. Participó en el Primer Congrés Internacional de la Llengua Catalana (1906) y recuperó el habla de Blanes, introduciéndola en su obra. En segundo término, formalizó teóricamente su estética con artículos como "El sentiment estètic en el moment de la sensació" (1904), "Estètica de les imatges abstractes" (1907) de filiación claramente simbolista, o con el más largo y académico "L'educació de la inventiva" (1921-1923), que constituye un esfuerzo poco convincente de aplicar las teorías matemáticas de Henry Poincaré a la creación literaria. Desde 1918 formó parte de la Sección Filológica del Institut d'Estudis Catalans y en 1924 ocupó la plaza de Àngel Guimerà.

Con todo, por entonces su narrativa se resiente, en parte por la transformación y el debate en que se encuentra el género narrativo en las primeras décadas del siglo XX, pero también por la profunda crisis personal que vive el escritor, propiciada por una afección bronquial crónica que se agudizó entre 1901 y 1906, afección que lo obligó a pasar temporadas en climas más cálidos (Gran Canarias, Málaga y Alicante) y que lo fueron decantando a una posición cristiana militante. En ese período Ruyra prueba en vano el reto de la novela, publica tres capítulos de La gent del mas Aulet [La gente del caserío Aulet] (1904), obra que no acabará nunca, traduce del francés (Contes et romans populaires de Erckmann-Chatrian y Phèdre de Racine, inédita hasta 1949) y compone bellos sonetos. Finalmente, publicó La parada [El puesto de mercado] (1919), segunda recopilación narrativa. En ella destacan los relatos basados en detalles autobiográficos: de su niñez en Blanes -"La parada"- y en Girona -"La fi del món a Girona" y "El primer llustre d'amor"- o "El malcontent", fruto de su querencia por el cuento popular con final aleccionador. Estos relatos contienen toda la sabiduría del gran cuentista que es Ruyra, así como su fina ironía.

En 1920 publicó Pinya de rosa [Nudo de barrilete], reedición ampliada de Marines i boscatges. Entre flames [Entre llamas] (1928), su tercera y última recopilación narrativa, tiene ya un marcado tono misceláneo y de homenaje. La edición estuvo a cargo de Josep M. Junoy y otros jóvenes escritores y críticos como Tomàs Garcés, Josep M. Capdevila o Manuel de Montoliu que vieron en el "maestro Ruyra" el ejemplo de escritor cristiano que a partir de 1930 potenciará El Matí, periódico en el que colaboraba el escritor. En este volumen destacan "Les coses benignes" (1925), afinado relato franciscano, y varias consejas humorísticas -"Els vint corders de Blanes", "El frare escalfallits", entre otros- exponentes de la participación del escritor en el semanario de Blanes El recull, donde firmaba con el pseudónimo de "L'Avi". Allí concurrían haciendo tertulia su amigo el escritor Vicenç Coma i Soley y el dibujante Joan Junceda, lo que dio pie con el tiempo a una suerte de escuela literaria, con Josep Roig y Raventós como principal representante.

Como poeta publicó El País del Pler [El País del Placer] (1906), Non-non [A ro, ro] (1916), Fulles ventisses [Hojas volanderas] (1919) y La cobla [La orquestina] (1930). En estas obras destaca el trabajo de adaptación de canciones populares, de cuna y de otros autores extranjeros. La figura de Ruyra pasó a ser legendaria desde los años veinte, sobre todo a partir del retrato literario que hizo Josep Pla de él en sus Homenots. Su descuido en el vestir, ciertas excentricidades y el hecho de que su mujer no lo comprendiera han sido perpetuados por la historiografía, mas estos rasgos esconden en el fondo a un personaje complejo, paralizado por la alta exigencia que se impuso. Ruyra fue un gran maestro de prosistas y narradores, desde Josep Carner a Carles Riba y Josep Pla, desde Salvador Espriu a Pere Calders y Mercè Rodoreda, entre otros.

  • Poesía Dibujada
  • Massa mare
  • Música de poetes
  • Premi LletrA