Desde el punto dulce

Francesc Parcerisas

Con una larga y sinuosa carrera, la poesía de Joan Margarit ha ido ganando cada vez más lectores, hasta convertirse en uno de los poetas catalanes más leídos en Cataluña y en el resto de la Península. Empezó escribiendo en castellano, pero más tarde cambió al catalán. Su poesía, de carácter realista y con una fuerte carga autobiográfica, hace un uso dosificado de la metáfora y propone reflexiones de carácter moral que van del individuo hacia la colectividad. En Margarit, personajes anónimos o músicos de jazz pueden llegar a ser los protagonistas de un poema.

Sanaüja, 1938. Poeta y arquitecto

Joan Margarit (Sanaüja, 1938) ha alcanzado ese punto dulce que le permite recoger los frutos de muchos años de dedicación, aquello que-parafraseándolo a él mismo- ha hecho, y no lo que pensaba que tendría que hacer. La dedicación de Margarit, además, se ha visto en los últimos años incrementada de manera notable por su concentración en la literatura, el estudio y la traducción de la poesía de otros (Hardy, Bishop), la traducción y la difusión de su obra, y por la consecución de un registro verdadero que, habiendo estado siempre presente en sus libros, ha adquirido una transparencia de conocimientos y dolor. Càlcul d'estructures [Cálculo de estructuras] (2005) y Joana [Joana] (2002) -creo que escritos por este orden, porque el primero de los dos títulos quedó durmiente por la urgencia del segundo- anunciaban muy bien este poso pausado y sin concesiones, siempre cómodo en la estructura del verso, con un añadido de dureza moral, que no perdona el engaño, sobre todo el engaño alimentado con las falsas ilusiones que enmascaran el sentido de la vida, como en Casa de misericordia [Casa de misericordia]. Poemas como "La merla" o "Refugis" ya están construidos para acompañar a los lectores y al poeta desde el sentido pleno que da haber salvado muy pocas cosas Ahora, en este nuevo libro, nos lo repite: "Quedaba lo que había tras la ternura"; y entendemos que ni la ternura misma -y ni que decir tiene la pasión cegadora-, puede ser una tabla salvadora a la que aferrarnos.

Náufragos, inevitablemente a la deriva en el sentido de la vida, oscilamos entre el antifaz negro que nos tapa la luz y nos permite suspirar por algún tipo de parcela de la vida en rosa, y el conocimiento profundo, ineludible, de la certeza insignificante de nuestro fin. La única posible contemplación de la vida pasada, también para Margarit, es la capacidad "de administrar el propio deseo y el propio fracaso". Y este estoicismo tiene que ser, al fin y al cabo, cruel "como un buen poema". O cruel como la realidad espeluznante del pretexto que traba la arquitectura literaria que da título a la recopilación: los niños que, en la inmediata posguerra, eran ingresados en el hospicio por sus madres, sumidas en la miseria: "La verdadera caridad da miedo", reflexiona al poeta. La obra de Margarit, desde L'ombra de l'altra mar [La sombra del otro mar] (Edicions 62, 1981) y Cants de Hekatònim de Tifundis [Cantos de Hekatónimo de Tifundis] (La Gaya Ciencia, 1982), que sorprendieron a los lectores catalanes (aunque el poeta ya había publicado cuatro volúmenes en castellano, entre ellos Crónica, de 1975, en la prestigiosa colección Ocnos de Barral Editores), se ha ido volviendo más singular e intensa, muy personal, con un mundo que, aunque a menudo es intransferible, expresa muy bien cuáles son las razones de las emociones de los ciudadanos actuales. El refugio privado nos proporciona momentos de pasión que, con suerte, se transforman en momentos de conocimiento. Y el conocimiento mismo nos advierte que ni la una cosa ni la otra podrán perdurar por más que nos esforcemos. Contra este nihilismo la única lucha , en el caso de Margarit, es la literatura que salva: los afectos, los recuerdos, los momentos vividos, las músicas, las lecturas ... Detrás de las imágenes comprensibles y cotidianas respira un humanismo antiguo, sin tragedias desaforadas, más próximo al misterio humilde y a la fragilidad que acelera el tiempo que nos devora. "Tramvía", "Crematori", "L'últim joc" son ejemplos de esta manera de hacer que procura rehuir los engaños y pisar con firmeza sobre los elementos que el poeta sabe que los lectores resolverán, si no en la lectura, en la memoria del poema. Las zapatillas del hombre mayor, el mar aceitoso al pie del cementerio, los viejos tractores en el campo, la dignidad del anciano que sabe que se acerca la muerte ... son apuntes, imágenes, para una sola idea: navegar con dignidad entre los golpes de la vida.

Y una última consideración. La buena difusión de la obra de Joan Margarit es un ejemplo de su tenacidad personal. La aparición de sus últimos libros, traducidos por él mismo, en colecciones de poesía en castellano de gran difusión, y su contacto con los escritores peninsulares que aprecia, le han valido un reconocimiento que se manifiesta, por ejemplo, en el volumen bilingüe de Letras Hispànícas de Càtedra preparado por J.L. Morante. Y su apoyo y estrecha colaboración con la poeta Anna Crowe ha servido para que la edición de Tugs in the Fog haya sido la traducción recomendada este otoño por la Poetry Society británica . Imitando unos versos del poema "Últims combats" podríamos decir que tendríamos que creer definitivamente que, de la remendada red de nuestra cultura, todavía se puede extraer un deseo de comunicación tan bellamente efectivo como el suyo.

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