Itinerario biobibliográfico

Margalida Pons

Jaume Vidal Alcover (1923-1991) pasó su niñez y su adolescencia entre Manacor, donde había nacido, Palma –allí se trasladó a los diez años para hacer el bachillerato- y el Mal Pas, en el puerto de Alcúdia, donde, recién cumplidos los trece años, comprendió que el verano de 1936 no sería como ningún otro. La inminencia de la guerra obligó a su familia a abandonar la casa de verano, el Salern de sus ficciones novelescas, y a volver a Manacor [...].

La primera juventud de Jaume Vidal habita las tapizadas y confortables salas semiclandestinas de la vida cultural en una ciudad pequeña. Su amigo Martí Mayol [...] lo lleva a las veladas de los hermanos Massot, donde, en 1945 y en 1946, Vidal lee algunos de sus primeros poemas. Conoce a poetas añejos y encuentra a alguno más joven, como Miquel Dolç. Como resultado de estas primeras lecturas, Francesc de B. Moll le pide un libro de versos para publicarlo en la colección Les Illes d'Or, pero el proyecto no llega a cuajar. El volumen se titula El ball del pensamento [El baile del pensamiento] y recoge poemas escritos desde 1942 hasta 1948 (según el manuscrito del libro) o hasta 1950 (según palabras del autor). Paralelamente, Vidal había publicado algunos poemas en castellano en el semanario de Manacor. Todo ello, como reconoce él mismo, en un estilo "dominado por lecturas escolares de los autores del Siglo de Oro, de fabulistas y románticos de la literatura castellana, por la admiración del gran nicaragüense Rubén Darío y por el gusto de los autores mallorquines (Costa i Llobera, Joan Alcover, Marià Aguiló, Tomás Aguiló, Pere de Alcàntara Penya, Miquel dels Sants Oliver, Pere Orlandis...)". Vidal había empezado a leer a estos autores en sus años de estudiante de lengua y literatura francesas durante el bachillerato [...]. La oferta de publicación por parte de Moll no era, pues, nada extraña. Pero Moll, [tal como dice Vidal,] por descuido o por lucidez, "tuvo el buen gusto de perderlo [El ball del pensament] y de no encontrarlo" hasta que Vidal le presentó su segunda compilación, L'hora verda [La hora verde], que salió a la luz medio año después de haberlo terminado "ante las luminosas aguas del puerto de Pollença".

Antes de la aparición de L'hora verda, y paralelamente a su contacto tangencial con los círculos literarios insulares, Vidal había pasado algunos inviernos en Madrid, donde se trasladó el curso 1941-42 para empezar la carrera de Derecho. En aquella ciudad se relacionó, hacia finales de los años cuarenta, con un grupo de jóvenes de la Congregación Mariana, que tenían un local en la calle de Zorrilla y organizaban un tipo de tertulias que habían bautizado con el nombre delicadísimo de Mañanitas del rey David. Por los mismos años, poco más o menos, que estas reuniones marianistas en Madrid, en la calle de Savellà de Palma, el padre Batllori fundaba la Acadèmia d'Història de Mallorca, sección de la misma Congregación Mariana, donde los nombres de Edgar Allan Poe y de Rosselló-Pòrcel empezaron a hacerse familiares a los nuevos escritores. Una tercera ciudad, Barcelona, donde el joven poeta se trasladó en 1943 para continuar sus estudios -vivía en casa de un tío agnóstico y bibliófilo que lo aficionó a las librerías de viejo- le permitió leer los autores y las obras divulgadas y comentadas en el grupo Estudio: Rimbaud, Rilke, Valéry. Algunos de estos autores chocaban frontalmente con la formación modernista de Jaume Vidal. Según él, en Estudio, "un ritmo seguro, unos versos demasiados bien escandidos, eran desterrados irremisiblemente".

Se entendía: los poetas simbolistas y postsimbolistas franceses (especialmente Rimbaud y Laforgue) propugnaban la sustitución del ritmo artificial de la estrofa por el ritmo natural de la intuición o del pensamiento, y usaban el verso libre para romper la rigidez métrica. La maestría de Carles Riba estaba mayoritariamente aceptada, aunque a Jaume Vidal le gustaba definirlo como una tiranía, diciendo que "si los versos de Carles Riba rechinaban y si su prosa era más abstrusa que la de Gracián, tenías que aprender a hacer versos que rechinaran y a escribir conceptualmente" [...]. Pero Jaume Vidal había encontrado en Barcelona mucho más que unos nuevos modelos literarios. Su llegada a la capital tuvo toda la fuerza de la liberación de un mundo que lo oprimía [...].

A finales de los años cuarenta Jaume Vidal ya había fraguado muchos de sus motivos literarios. Había leído, además de la lista inevitable de los autores mallorquines, de los clásicos de la literatura en castellano y de Rubén Darío, a los poetas franceses, desde María de Francia hasta los parnasianos, pasando por Charles d'Orléans y François Villon. Éste lo debió atraer por la alternancia de academicismo y vitalismo: los debates entre el cuerpo y el alma no eran sino un reflejo de su vida de clérigo bandolero, ladrón y delincuente, muy amante de las tascas, expulsado de París a cambio de la conmutación de la pena de muerte. Verlaine lo interesó, sobre todo, después de haber leído a Rubén. Y el gusto de Vidal por los temas clásicos debió de ser una herencia indirecta de los parnasianos, de Leconte de Lisle y sus Poèmes Antiques. En todo caso, está claro que la evocación de los mitos griegos, tan cara a los parnasianos, no procedía, en el caso de Vidal, de una formación de seminario -que sí que había tenido Blai Bonet- ni de la tradición de la escuela mallorquina (que del mundo clásico tomaba la sensatez y la medida, pero rechazaba sin vacilaciones el paganismo). Aun así, el peso de los simbolistas en su obra fue, sin duda, más decisivo que el de los rígidos y marmóreos parnasianos: detrás la glosa Igor Stravinsky. Le sacre du printemps, conjunto poético publicado en 1978 pero escrito en 1951, hay una sutil reverencia a la máxima de Verlaine, De la musique avant toute chose! Y, sobre todo, un gusto por la frontera borrosa, por lo intangible becqueriano, por el anhelo poético. [...] Baudelaire le fue revelado por un compañero de residencia. Y sus estudios de alemán le hicieron leer a Goethe y el An die Freude de Schiller, de donde sacó el título de su primer libro publicado, L'hora verda [...].

Nuevas estancias en Madrid supusieron otro bloque de lecturas. El curso 1949-1950, en el colegio mayor de Santa María, Vidal se familiariza con la literatura "de circulación prohibida en la España franquista: los poetas del 27, las novelas de los existencialistas franceses, los poemas de los grandes autores sudamericanos Neruda y Vallejo". El peso de la Generación del 27 y del existencialismo francés en los poetas catalanes de posguerra ha sido bastante comentado, pero no se ha dicho nada de la importancia de los poetas hispanoamericanos. Neruda y Vallejo son herederos de la vanguardia: el creacionismo de Huidobro, el ultraísmo importado por Borges en 1921 -un año después de su estancia en Mallorca- y el surrealismo dejaron una honda impronta en sus obras. Neruda publica en 1933 y 1935 las dos partes de Residencia en la tierra, el libro del chileno donde el influjo surrealista es más intenso. Trilce, de Vallejo, publicado en 1922, antes del traslado del autor a París, y reeditado en España en 1930 con un prólogo de José Bergamín, altera la sintaxis y pone en entredicho los referentes del lenguaje poético. No parece necesario que Vidal lo tuviera en cuenta a la hora de componer L'hora verda, pero algunos de sus poemas de principios de los años cincuenta -especialmente "Cafè d'Eixampla", datado en enero de 1953, en Barcelona, y recogido en el volumen Terra negra [Tierra negra]- emanan del discurso de la vanguardia [...].

La aparición de L'hora verda, en 1952, se vio rodeada de cierto revuelo. Guillem Colom, recordando la lectura del libro en su casa, habla del escándalo que el libro supuso para los poetas maduros y califica los versos de verdes y poco maduros, a pesar de que encuentra un punto de dolor que los dignifica: en otras palabras, intenta salvar la inevitable herencia autóctona. Miquel Gayà escribe que la aparición de L'hora verda, junto con la de Entre el coral i l'espiga [Entre el coral y la espiga] y la de Del foc i la cendra [Del fuego y la ceniza], además de consumar la ruptura pública con la escuela mallorquina, tiene como consecuencia un replanteamiento de las colecciones de la Editorial Moll: con tanta innovación estilística había peligro de que los suscriptores de gustos más clásicos se borraran... El mismo Vidal ha relatado, con mal disimulada satisfacción, las incidencias de la lectura de su primera compilación en Can Colom, incidencias que parece que llegaron a extremos virulentos. Fenómenos como la recepción de L'hora verda confirman la existencia del inevitable conflicto generacional entre los autores de la escuela mallorquina y los poetas de los años cincuenta, y quizás por eso, han sido magnificados. Lo cierto es que Vidal también tuvo defensores, y no sólo entre los escritores de su edad [...].

Aun así, en 1951, antes de que saliera a la luz L'hora verda, Jaume Vidal había terminado otra compilación de poemas, El dolor de cada dia [El dolor de cada día], que los críticos consideraron de signo diferente y complementario del primero. No llegaría a publicarse hasta 1957 por problemas con la censura, que denegó en dos ocasiones el permiso de edición. La excusa fue el poema "Elegia a Salvatore Giuliano", que los censores estimaron "no aceptable" porque era un canto a un bandolero. Vidal lo publicó en 1952, en castellano, en la revista La Isla de los Ratones de Santander. Finalmente, El dolor de cada dia, ampliada su versión inicial con algunos poemas, apareció en una edición pagada por el autor, que fue desafortunada en difusión, críticas y eco popular, a pesar de que sus defensores intentaron presentarla, años después de su publicación, como un precedente de la poesía social.

También padecieron irregularidades (censura, imposibilidad de representación) algunas obras del primer ciclo teatral del autor, que se extiende desde los años cuarenta hasta mediados de los sesenta. Resulta difícil hacer un inventario fiable de estas obras porque muchas han permanecido inéditas. Es posible que, como en el caso de la poesía, hubiera habido algún intento de escribir teatro en castellano. Sea como fuere, se puede establecer una etapa de acercamiento al teatro regional -la única manera de llegar a los escenarios- en obras como Els indiferents [Los indiferentes], El solitari [El solitario], Teatro regional y El retorn del fill pròdig [El regreso del hijo pródigo] o Els dos germans [Los dos hermanos]. A estos títulos habría que añadir, ya fuera del intento de aproximación al teatro regional, Els whiskys del subsecretari [Los whiskys del subsecretario], no representada ni editada; El miracle de Fàtima [El milagro de Fàtima], redactada a mediados de los años cincuenta y representada en 1974, inédita; y Strip-tease per a un titella [Strip-tease para un títere], monólogo redactado, también, en los años cincuenta, no representado, inédito. Vidal sufrió las limitaciones derivadas de un panorama teatral dominado por las compañías de teatro regional (los miembros de Artis le pidieron obras -como también se las pidieron a Llorenç Villalonga- pero el acuerdo no cuajó y las colaboraciones que les ofreció fueron rechazadas). Por otro lado, la censura era férrea, especialmente con el género dramático, tal vez porque lo consideraban lo más subversivo.

En esta primera etapa de producción la narrativa es el género menos conocido de Jaume Vidal Alcover, aunque no el menos cultivado. Dejando a un lado los textos tempranos y las narraciones dispersas en publicaciones de ámbito restringido, inéditas [...] o publicadas tardíamente [...], dos textos le abren las puertas del género: el primero es la recopilación Mirall de la veu i el crit [Espejo de la voz y el grito], integrado por nuevo relatos [...]; el segundo es Esa carne mortal, novela escrita inicialmente en catalán y traducida al castellano para poder concursar al premio Ciudad de Palma de novela. El material de Esa carne mortal será aprovechado, nuevamente en catalán, en las novelas Tertúlia en Ciutat [Tertulia en Palma], escrita el 1948, y La vida fàcil [La vida fácil] escrita entre 1954 y 1955. No vuelve a publicar ninguna obra narrativa hasta 1969, en que aparece Les quatre llunes [Las cuatro lunas], conjunto de relatos que el año anterior había ganado el premio Víctor Català. Algunos de los relatos recogidos en este volumen habían sido publicados en revistas o bien difundidos en lecturas y tertulias [...]. Por otro lado, los relatos breves no son una alternativa a las novelas sino, muchas veces, su gemelo o su compresión: entre uno y otro género hay múltiples coincidencias de ambientación (Salern, imagen mítica del Mal Pas -que recuerda mucho, quizás por la combinación consonántica final, otro lugar mítico, el Bearn de Villalonga-) y, en más de una ocasión, los personajes son los mismos [...].

El parecido entre Salern y Bearn, espacios morales que sirven de refugio a rancios valores en decadencia, no es nada extraño. Jaume Vidal invoca en repetidas ocasiones la maestría de Villalonga [...]. Pero no son las coincidencias puntuales lo que acerca a los dos escritores, sino la voluntad de mitificación de la realidad. Así se configura el ciclo de Els anys i els dies [Los años y los días]: después de Tertúlia a Ciutat y de La vida fàcil se editan Els intocables [Los intocables] (1987) y Els sants innocents [Los santos inocentes], publicada en 1989 y datada en Palma el otoño de 1964; Els darrers dies [Los últimos días], conclusión del conjunto, es inédita.

Si entre el segundo y el tercer libro en prosa hay una distancia de trece años, entre El dolor de cada dia y Dos viatges per mar [Dos viajes por mar] -tercera compilación de poemas publicada por Jaume Vidal- hay un salto de ocho años. Dos viatges per mar ganó el premio de poesía Joan Alcover en 1961, pero no se publicó hasta cuatro años más tarde, en 1965. El prólogo que lo encabeza representa, sorprendentemente, el tratado de paz con la escuela mallorquina: una reconciliación que, real o ficticia, deja el autor con el espíritu libre para promover nuevas batallas: a partir de ahora el enemigo serán los críticos barceloneses. También hay un paréntesis importante entre la génesis y la publicación de los Sonets a Eurídice [Sonetos a Eurídice], empezados antes de 1955 y no publicados hasta 1967, después de haber sido presentados, sin éxito, al premio Ausiàs March de Gandia 1959 (que ganó Pere Quart con Vacacions pagades) y al Joan Alcover de 1960 (que se llevó Baltasar Coll) y de haber sido galardonado, finalmente, con el premio Mossèn Alcover, convocado por las Joventuts Musicals de Manacor. El paso de los poemas en versos libres a la sobreestructuración de un libro barroco constituyó un viraje brusco, pero el silencio con que fue recibido El dolor de cada dia, una compilación que pretendía ser accesible, y que, según el autor, participaba del espíritu del arte social, justificaba plenamente el cambio hacia una poesía más oscura. Este giro continuará en los Sonets alexandrins [Sonetos alejandrinos]. Más distendida en la rima, pero igualmente constreñida por el decasílabo, la suite El fill pròdig es un conjunto de madurez.

El establecimiento del autor en Barcelona tuvo resultados inmediatos en algunas parcelas de su creación, especialmente el teatro: Manicomi d'estiu o la felicitat de comprar i vendre [Manicomio de verano o la felicidad de comprar y vender], representada en la Cova del Drac en 1968, da título a la segunda parte de la novela Els intocables y es la primera obra de un ciclo de cabaret que Vidal escribió con Maria Aurèlia Capmany. Este ciclo comprende Varietats 1 [Variedades 1], reelaboración acortada de la pieza Dones, flors i pitança [Mujeres, flores y pitanza], estrenada en 1969; Varietats II o la cultura de la Coca-Cola [Variedades II o la cultura de la Coca-Cola], estrenada en 1969; Public relations (Varietats 3) [Public relations (Varietats 3]), representada en 1970 y Varietats IV o a cadascú el que és seu i robar el que es pugui [Variedades IV o cada cual lo que es suyo y robar lo que se pueda], estrenada en 1971. Estas obras, representadas en la Cova del Drac por la compañía Ca Barret!, dirigida por Josep Anton Codina, fueron recogidas en el volumen Ca Barret! [...]. Es cierto que, cómo han señalado algunos críticos, este ciclo de teatro cabaretero se enlaza con los Desbarats de Villalonga, pero, a la vez, es un producto típicamente barcelonés, que habría sido impensable representar en los escenarios insulares [...].

Igualmente de vanguardia, los caminos elegidos por Blai Bonet en Parasceve o por Baltasar Porcel en La simbomba fosca tenían que quedar, a la fuerza, circunscritos a un público especializado. Como también tenía que ocurrirle al teatro de tema clásico de Llorenç Moyà, género que Jaume Vidal cultivó, al menos, en dos obras, Una Roma per Cèsar [Una Roma para César], representada en 1969 en el ciclo de Teatro Latino de Barcelona y publicada el 1975, y Èdip [Edipo], escrita en 1977 y representada el mismo año en Ciutadella y en el Teatro Griego, repuesta en 1983 y publicada en 1989. La obra dramática se completa con algunas piezas que no he sabido datar, como Déu i nosaltres [Dios y nosotros] y Plany de Ramon [Llanto por Ramón] [...].

Contrariamente a lo que ocurrió con el teatro, en Barcelona la trayectoria poética de Jaume Vidal mengua en extensión. En 1970 publica Terra negra, que en 1967 ganó el premio Carles Riba; en 1978, en los Quaderns Foc Nou de Tarragona, la serie de tercetos encadenados Home [Hombre]; en 1979, en edición restringida de doscientos ejemplares, Igor Stravinsky. Le sacre du printemps, y en Manacor, Tres suites de luxe [Tres suites de lujo]. Y en 1981, también en Manacor, Sonets alexadrins. Aun así, muchos de estos libros contienen obra escrita en la década de los cincuenta [...].

La actividad narrativa de Jaume Vidal se completa con Sophie o els mals de la discreció [Sophie o los males de la discreción] (1971), Visca la revolució [Viva la revolución] (1974), Dido i Eneas [Dido y Eneas] (1976) y Dues rondalles farcides i altres narracions [Dos fábulas cargadas y otras narraciones] (1980) [...]. Ninguno de estas obras ha tenido una difusión importante y, debido a las condiciones irregulares de su publicación, los estudios posteriores sobre narrativa catalana de posguerra no les han dedicado mucha atención. Guillem-Jordi Graells califica la obra narrativa de Vidal de "incisiva, cosmopolita, elegante, alejada de experimentaciones y fiel a la tradición narrativa realista" y apunta que "sólo en parte (de lo que podemos conocer) puede ser adjetivada de 'mallorquina' por los temas e incluso por la lengua literaria, muy alejada de pintoresquismos o excesos dialectales". Creo, contra lo que opina el crítico, que Vidal manifiesta, en estas obras, una alta conciencia de las variedades y registros lingüísticos: por ejemplo, en el ciclo de Els anys i els dies muchos de sus personajes usan el artículo salado en los diálogos; por otro lado, su adscripción a la tradición realista se tiene que entender como seguimiento del modelo proporcionado por Villalonga; también hay que tener en cuenta que tanto en su mundo novelesco como en su obra dramática, el ámbito popular tiene en Vidal un peso decisivo: pensemos, si no, en narraciones como "Madò Lluenta", de Les quatre llunes, en el título Dues rondalles farcides..., en su Antologia de contes, rondalles, llegendes, exemples i facècies [Antología de cuentos, fábulas, leyendas, ejemplos y anécdotas] (1981) y en sus adaptaciones teatrales de fábulas populares catalanas ("N'Espardenyeta" -1969-, "L'amor de les tres taronges" -1970-, etc.). En cuanto a la insularidad temática, el núcleo de Els anys i els dies es, seguramente, el retrato literario más lúcido de la Mallorca de posguerra.

Jaume Vidal es ecléctico. En su obra de creación toca todos los géneros; en su obra crítica, todas las épocas. Crítica y creación coinciden en su manera de trabajar incisiva y aparentemente poco metódica. Este desorden fructífero se descubre especialmente en su obra poética.

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