J.V. Foix

Manuel Guerrero

J. V. Foix es un "investigador de poesía". La suya, por tanto, es una poesía altamente experimental. De hecho, la obra de Foix constituye una sutil combinación de valores antiguos y modernos, tanto desde una vertiente conceptual como formal. "Me excita lo nuevo y me enamora lo viejo", dirá, cerrando uno de sus poemas más conocidos. De esta fusión surge su poesía metafísica, con elementos vanguardistas. Sus versos son de sobria tradición mediterránea, pero al mismo tiempo están llenos de momentos mágicos y oníricos, de paradojas y contrastes.

Barcelona, 1893-1987. Poeta, periodista y ensayista

Exiliado en los parajes solariegos

J.V. Foix (Barcelona 1893-1987), después de la Guerra Civil, decide permanecer en Cataluña y hacerse cargo de las pastelerías que tenía su familia en el barrio de Sarrià. Antiguo municipio anexionado a Barcelona, el barrio de Sarrià, donde el poeta nació y pasó el resto de su vida es, como la Lisboa de Pessoa o el Buenos Aires de Borges, el escenario mítico de muchos de sus poemas. Exiliado en los parajes solariegos -como afirma en el primer poema de Les irreals omegues [Los irreales omegas] (1949)-, Foix, que había sido un destacado periodista, colaborador y responsable de cultura de La Publicitat desde 1922 hasta 1936, dada la imposibilidad de ejercer el periodismo en catalán, se concentró entonces, en un particular exilio interior, en la reelaboración y la publicación de su obra. Como testigo de la tradición de la vanguardia y fiel a sus convicciones catalanistas, con la voluntad de contribuir a la recuperación cultural de Cataluña, colabora en las revistas más destacadas de la inmediata posguerra: Poesia, Ariel o Dau al Set. Para las nuevas generaciones de poetas, más originales y con más inquietudes, como Josep Palau i Fabre, Joan Brossa o Joan Perucho, y para los artistas emergentes más rompedores con el arte convencional, como Joan Ponç o Antoni Tàpies, J.V. Foix -al igual que Joan Miró- se convierte en un referente ineludible durante los años cuarenta y cincuenta. Y para las nuevas generaciones lo seguirá siendo hasta los últimos momentos de su vida.

El investigador en poesía

Después de haber publicado Gertrudis (1927) y KRTU (1932), libros escritos influido por el futurismo, el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo, Foix, intelectual y periodista de prestigio durante la Segunda República, evoluciona hacia una posición estética que se aleja de la ortodoxia de la vanguardia, pero sin abandonar su compromiso con el espíritu de investigación de la modernidad. Ya antes de la Guerra Civil, en el artículo "En versos ben tallats i arrodonida estrofa...", publicado en el nº. 6 de los Quaderns de poesia (enero de 1936), Foix, en una posición literaria más bien ecléctica, afirmaba: "No puedo callar que en poesía amo todas las tendencias. Quizás por una inclinación, que me viene de años, a considerar las escuelas literarias no como tales, sino como géneros. [...] Un poeta puede, sin ser abominado por nadie, transcribir o describir, en clásico, en académico, en naturalista, en realista, en cubista, etc." Y declaraba: "Es muy cierto que yo utilizo, más que nadie, el verso libre en ritmo automático. Pero también lo es, lo he confesado, que hace tiempo, quizás siempre, escribo mis poemas en un plan expreso de investigación. (¡Que no es en absoluto el de la espontaneidad maragalliana!) No me satisface llamarme poeta, sino investigador en poesía."

En 1972, mostrando la vigencia de estas ideas esenciales en su poética, J.V. Foix volvió a imprimir este texto, con algunas variaciones, como prólogo de su libro de prosas poéticas Tocant a mà [A mano]. Hasta los últimos momentos de su dilatada práctica literaria, J.V. Foix, en un gesto singular, utilizando un término más habitual en el mundo científico que en el mundo literario, se definió, pues, no como poeta sino como investigador en poesía.

Sol, i de dol

La aparición de Sol, i de dol [Solo, y de duelo], en 1947, marca un hito primordial en la recepción de la obra del poeta de Sarrià, que entonces empieza a ser valorado, entre sectores muy minoritarios, al lado de Carner, Riba o Sagarra, como una de las grandes voces de la poesía catalana del siglo XX. El libro, dividido en seis secciones, incluye setenta sonetos modélicos. Buscando el rigor formal del poema, el poeta recrea una estructura tradicional en la que confluyen el soneto italiano y el decasílabo catalán. Al mismo tiempo, con un estilo original e inconfundible, incorporando la lengua medieval a la moderna (tomando como modelos ideales a los poetas medievales provenzales -Bernat de Ventadorn, Raimbaut de Vaqueiras...-; los italianos -Petrarca, Dante, Cavalcanti...- y los catalanes -Llull, Jordi de San Jordi, Ausiàs March...-), en una operación literaria comparable a la que realizó Ezra Pound con el inglés, J.V. Foix renueva totalmente la lengua poética catalana con una riqueza verbal prodigiosa. Síntesis única de clasicismo y vanguardia, Sol, i de dol reúne sonetos escritos por el autor desde 1913 hasta 1936, revisados en 1947, con algunas incorporaciones, antes de su publicación.

A lo largo de los sonetos de Sol, i de dol, J.V. Foix reflexiona, a menudo de una manera metafísica pero siempre desde una perspectiva original y personal, sobre diversos temas clave de la modernidad. Por ejemplo, la crisis de la identidad individual y colectiva en un mundo cada vez más tecnificado, que aboca al hombre contemporáneo a la soledad; la necesidad de imponer la razón a la locura, sin abandonar la imaginación; las dificultades para cumplir los deseos y, por tanto, para vivir el amor plenamente; o la imposibilidad espiritual de alcanzar lo absoluto. En el conjunto de la obra diversa y compleja de Foix, Sol, i de dol se convierte en el libro central donde se expresan los conflictos y las dudas existenciales más profundas del poeta.

Les irreals omegues

Refractario a cualquier clasificación simplificadora, J.V. Foix publica en 1949 Les irreals omegues, un libro totalmente diferente al clasicismo dominante en Sol, i de dol. En la tradición del arte clus de los trovadores y del hermetismo poético de todos los tiempos, Les irreals omegues ejemplarizan el estilo más barroco y denso de la poesía de Foix. Escritos en verso libre, con decasílabos y alejandrinos, estos trece poemas, que se caracterizan por su largo título, son la recreación, en una precisa imaginería onírica, desde experiencias vividas antes de la Guerra Civil, en la juventud del poeta, hasta reflexiones sobre la derrota moral colectiva durante y después del conflicto.

El mito del 1918

Tres años después de la publicación de un nuevo libro, On he deixat les claus... [¿Dónde he dejado las llaves...?] (1953), obra en la que ensaya el verso más corto y formas populares, y que incluye veintiocho poemas (entre los cuales los conocidos "És quan dormo que hi veig clar" o el villancico "Ho sap tothom i és profecia"), J.V. Foix inicia con la recopilación del Diari 1918 (1956) la revisión de su mítico Diari de 1918, proyecto que finalmente no concluyó, que debía contener, en su formulación ideal, un total de 365 prosas poéticas. El Diari de 1918, verdadero work in progress, reescritura de un diario personal, reúne fragmentos de Gertrudis (1927) y KRTU (1932), y se configura, a lo largo de más de cinco décadas, a partir de "Diari 1918" (1956), L'estrella d'En Perris (1963), Darrer comunicat [Despachos] (1970) y Tocant a mà... (1972). El Diari 1918 construye un imaginativo, onírico y particular universo literario, en el que reaparecen los deseos y las obsesiones del poeta, y donde quedan fijados oficios, tradiciones, costumbres y ritos ancestrales de una Cataluña ideal, hoy en proceso de desaparición. La cifra mítica de 1918 aparece inscrita también en el volumen autobiográfico Catalans de 1918 (1965), testimonio de su formación intelectual, que recoge fragmentos reelaborados de su dietario de juventud. El poeta destaca sus vivencias con Pompeu Fabra y Josep Carner -los maestros-, y Joaquim Folguera, Salvat-Papasseit y Carles Riba -sus compañeros de generación.

De Onze Nadals i un Cap d'Any a L'estació

Poco a poco, la aparición de volúmenes como Onze Nadals i un Cap d'Any [Once navidades y un final de año] (1960) o Obres poètiques (1964) -que incluye un nuevo libro, Desa aquests llibres al calaix de baix [Deja estos libros en el cajón de abajo]-, el apoyo de figuras como Gabriel Ferrater y el reconocimiento de las nuevas generaciones de poetas consolida el prestigio del escritor más allá de los círculos minoritarios. "El poeta, mago, especulador de la palabra, peregrino de lo invisible, insatisfecho, aventurero o investigador en los márgenes del sueño no espera nada para él", escribe Foix en la "Letra a Clara Sobirós" (1964), verdadera síntesis de su poética de madurez, que reafirma su condición de investigador en poesía.

Al principio de los años setenta, después de haber reunido su obra poética, en un momento de recuperación de la memoria colectiva, el poeta selecciona algunos de sus mejores artículos periodísticos de antes de la guerra en los volúmenes Els lloms transparents [Los lomos transparentes] (1969), donde expone su catalanismo ético, o Mots i maons o a cascú el seu [Palabras y ladrillos o a cada uno lo suyo] (1971), selección de textos sobre arquitectura y poesía relacionados con el GATCPAC. En sus últimas obras, Foix se complace en colaborar con artistas amigos como Miró, con quien publica las prosas poéticas Quatre colors aparien el món [Cuatro colores engendran el mundo] (1975), o con Ponç, para quien escribe las 97 notes sobre ficcions poncianes [97 notas sobre ficciones poncianas] (1974). En un último fulgor creativo, Foix, ya ciego, dicta el largo poema en prosa L'estació [La estación], que, impreso en una primera edición, en 1984, junto con grabados de Tàpies, se convierte en su verdadero testamento poético. Al año siguiente, en 1985, dos años antes de morir, lo publicó con nuevas prosas poéticas: Cròniques de l'ultrason [Crónicas del ultrasueño].

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