Francesc Trabal, novelista

Dolors Oller

La obra de Trabal es esencialmente la de un periodista que, con el tiempo, se decanta por la literatura en el sentido estricto de la palabra. Escribió novelas de cierta resonancia en los años anteriores a la guerra civil española. Su novela es refinada, artificiosa y brillante, inserta en la sociedad burguesa de aquellos años, una novela que se aparta radicalmente de la del siglo XIX, y trata de enlazar, por tema, estructura y estilo, con los modelos de técnica psicógica del momento, sobre todo con la de los escritores franceses, como Proust y Gide. Su humor, más propio de la literatura vanguardista, tiende al absurdo.

Francesc Trabal i Benessat nace en Sabadell el 5 de mayo de 1899. Personaje inquieto y brillante, tiene desde muy joven un papel activo y destacado dentro de la cultura catalana de la época. A los dieciocho años, y en su ciudad natal, forma parte de un círculo de amigos en el que figuran personajes importantes del mundo de las letras, el arte y la política. Joan Oliver, amigo suyo y compañero de tareas, viajes y ocurrencias durante muchos años, nos da, en su libro Tros de paper, una semblanza cordial, anecdótica, sensible y suficientemente rigurosa del carácter y las actividades de Trabal y de su grupo de amigos durante aquellos años de adolescencia y juventud; y gracias a la información amable y valiosa de Joan Oliver, puedo decir que Francesc Trabal era un hombre entusiasta, sociable y entregado a un sinfín de actividades culturales. Redactor y director más tarde del Diari de Sabadell, escribe artículos curiosos, divertidos, pletóricos de chistes y de enredos chocantes, muy en la línea dadaísta deépater a los burgueses y también a los políticos. Anima y dirige revistas, debates, asociaciones, como la Federació de Associacions de Música, una agrupación de amantes de la música, que, en cada cabeza de comarca, y vinculados a la Associació de Música de Barcelona, hacía posible el milagro de que todas las ciudades de Cataluña pudieran escuchar en sus teatros a las mejores figuras del mundo de la música. También colabora en la creación de Edicions La Mirada , de Sabadell, que más tarde se fusionará con la Editorial Proa con el nombre de Colección "La Mirada". Y es en estas ediciones donde aparece, en 1925, su primer libro: L'any que ve [El año que viene], que lo dará a conocer como humorista y escritor, y miembro de lo que se llamó el Grup de Sabadell.

L'any que ve es un libro de chistes de Trabal, ilustrados con dibujos de él mismo y de Joan Oliver, Antoni Vila Arrufat, Ricard Marlet, Lluís Parcerisa, Josep M. Trabal, Armand Obiols y Miquel Carreras. El libro viene presentado por un prólogo de Josep Carner, que habla de la significación del libro, del tipo de humor que representa: "Un Humor Indeliberado, Difundido, Secreto dentro del Automatismo Tradicional de las Palabras Obvias". Y habla del grupo como de: "... almas selectas unidas por la cordialidad jocosa, la curiosidad sutil, la emulación cotidiana..." y alaba al Grup de Sabadell que "ha sabido alancear nuestro primer defecto colectivo -la Obviedad- con la lanza del humor Suprasensible (...) Si no fuéramos tan obvios, nos sofisticaríamos un poco más y ganaríamos", y continúa diciendo Carner: "Del Grup de Sabadell nos viene una luz elegantísima, depuradora, una crítica civilizadísima,, una causticidad reconfortante..." Esta cita de Carner nos resume la lectura y el humor de este libro. Un humor en el que la conexión entre dibujo y texto revela la inutilidad de la palabra para la expresión de una idea. Estamos bastante cerca del humor vanguardista, de la reflexión sobre la incapacidad que tiene el lenguaje codificado para comunicar ideas muy subjetivas o nuevas, y del propósito de buscar juegos de palabras ambiguas, de múltiple significado. Al fin y al cabo, la influencia de las corrientes de la época no es de extrañar en un hombre que, como Trabal, hacía viajes periódicos por Europa y mantenía vínculos con el extranjero. En el año 1929 publica, en la misma editorial, L'home que es va perdre [El hombre que se perdió, una novela en la que el protagonista, Francesc Picabia, perturbado por un desengaño sentimental, desarrolla una neurosis progresiva que se traduce en el afán de perder cosas. Consigue perder desde una pluma estilográfica hasta el Parlamento de Estocolmo, desde una secretaria hasta un hospicio de niños chinos. En todo caso, lo que cuenta no es la verosimilitud de los hechos sino la de los personajes, y la sencilla descripción de ambientes y reacciones, así como el humor febril, de situaciones absurdas, de complicadas aventuras que acabarán en tragedia: la del protagonista fuera de sí, loco, devorando a su amante. En el año 1930, y también en Edicions La Mirada, publica Judita, la historia de una pasión sexual volcada sobre sí misma. Los protagonistas, presas de un amor enfebrecido e idealizado a la manera de Platón, buscan un refugio "para ellos dos solos" y se van a vivir a una playa desierta de California, donde empieza el desencanto y el desvelamiento del misterio. Hay un desdoblamiento de personalidad y un cambio en la óptica del protagonista; y ella, la amante dulce y apasionada, sincera y generosa, la Lidochka toda aventura y sensibilidad, se convierte en la Judita cursi y cargante, tiránica y obvia. La novela está narrada por el protagonista en forma de cartas a un amigo, lo cual nos da una visión irónica del personaje y de la situación. Elamour fou de la primera parte se convierte en un callejón sin salida que el autor resuelve de la manera menos dolorosa: el absurdo. La protagonista, bailando sobre un campo de flores, deja de atormentar a su amante al explotar en el aire, "reventó como un melón y se quedó a cachos". En este libro, se hacen evidentes las grandes dotes de Trabal como escritor erótico, uno de sus rasgos más importantes y constante en todas sus novelas, incluso en las que tienden mas al divertimento, como la que editó el año 1931, Quo vadis, Sànchez?, de ambiente deportivo y con ilustraciones de Castaños. Obra dentro de la línea humorística más sencilla (por el tema, por las reacciones, por los gags), deja entrever veladamente otra de las constantes de Trabal: la insatisfacción. El protagonista, un pobre hombre desclasado, hace lo imposible para conseguir la estima de la clase que él admira y de la cual sólo obtiene humillaciones y disgustos. Después de una novela de fallido misterio psicológico como es Era una dona como les altres [Era una mujer como las demás], Francesc Trabal vuelve al tema del amour fou en Hi ha homes que ploren quan es sol es pon [Hay hombres que lloran cuando se pone el sol], parodia de drama sentimental y burgués, dentro de una línea caricaturescamente naturalista, que publicó Edicions Proa, Colección "La Mirada", en 1933. En la misma colección apareció, tres años más tarde, Vals, su novela de más éxito y que le valió el premio Crexells 1936. Resiguiendo la estructura de una pieza musical in crescendo, Francesc Trabal teje, sobre el fondo de un ambiente ciudadano y de una problemática burguesa, la historia y el fracaso de un muchacho de veinte años, sensible, ocioso y romántico; de un romanticismo que lo hace ser un poco inconsciente, un poco cobarde y muy infeliz. Dejando aparte una especie de determinismo biológico con resonancias de la novela decimonónica, Vals está escrita con sencillez narrativa y fluidez, y los recursos cinematográficos de su lenguaje y el expresionismo con que se nos muestra el aspecto más esencial para el conocimiento de cada situación, son una muestra de la sensibilidad de Trabal para los medios estéticos que la época proponía, y también de su calidad como escritor.

Mientras tanto, vive todavía en Sabadell, a pesar de que su trabajo de colaborador y corresponsal en "La Veu de Catalunya", "La Publicitat" y "Mirador" lo vincula plenamente a Barcelona. Al estallar la Guerra Civil se traslada a Barcelona, forma parte de la Agrupació d' Escriptors Catalans y es secretario de la Institució de les Lletres Catalanes. El descalabro de 1939 lo obligó, como tantos otros, a seguir el camino del exilio, primero en Francia y más tarde en Chile, donde murió en 1958. Desde Chile y en la Editorial Catalònia, de México, dirigida por Avel·lí Artís, publica en 1947 su última novela: Temperatura, quizás la más ambiciosa si bien no la más lograda, aunque se encuentran todas las constantes de Trabal. Cada vez más estilizada, frenética e imaginativa, acaba con un gran despliegue de recursos literarios y cinematográficos que parecen propios de la ciencia-ficción. [...]

El humor muchas veces se da por la falta de interés, por parte del autor, en seguir soportando el peso de la obra una vez planteada -actitud anticultural, de despreocupación para con la propia obra literaria-, que hace acabar con un despropósito un capítulo o un planteamiento para pasar corriendo a otros. Pero el auténtico humor de Trabal, el más importante, es ese tipo de humor común a muchos buenos humoristas como Groucho Marx, Woody Allen u otros. Dada una realidad, el autor, sutilmente, nos va suministrando las claves para que todo el mundo pueda ver aquello que los personajes, ofuscados y obsesionados por sus manías, no ven, ni en ellos mismos ni en el ambiente que los rodea, o que, si son conscientes, creen tener bien escondido, disimulado y oculto. Eso es lo que hace que el espectador, o el lector, interprete con humor la realidad. Una realidad que, como en la mayoría de los humoristas, está hecha de elementos contradictorios que oscilan entre la ironía y la ternura, entre la comicidad y la tragedia, entre la realidad y el absurdo. Realidad y absurdo siempre controlados por el autor, que parece contemplar con indiferencia la mecánica de los hechos que se suceden arbitraria y frívolamente, como excusa para otras secuencias. Y podemos hablar de secuencias porque creo que el lenguaje de Trabal es básicamente cinematográfico en las imágenes, visual en las situaciones y los movimientos. Su estilo es detallista en las descripciones de reacciones y de ambientes, fruto, a buen seguro, de un temperamento curioso y observador. Ágil en la sugerencia por medio de detalles sencillos y acertados, es un escritor de lenguaje elegante y moderno. Un escritor brillante y cosmopolita.

Han dicho...

El concepto moderno de la actualidad, que no ofrecen otros autores de la época, lo posee el Trabal novelista al incorporar todo aquello que, cuando él escribe, es moda: los nombres de las actrices, las marcas más en boga... Sin embargo, sobre todo es de subrayar su lenguaje, el más corriente y característico de su época y que englobará todo el universo de ficción. Trabal demostrará, por lo tanto, ser el novelista de la disponibilidad y de la sensibilidad, aspecto que es plenamente moderno. Y si la improvisación, a veces, le hace cometer un borrón, en otras, al contrario, es su máximo acierto. Y gracias a la improvisación alcanzará la espontaneidad y la autenticidad que, a veces, únicamente ella nos puede ofrecer.

Carme Arnau, Marginats i integrats en la novel·la catalana (1925-1938) (Barcelona, Ediciones 62, 1987).

Si los protagonistas de Trabal, incluso cuando no quieren reconocerlo, son personajes permanentemente enamorados, porque es lo que le corresponde a un personaje de novela, hay otra razón muy importante en su insistencia. El amor es una de las manifestaciones límite de las relaciones ficción-realidad y de los vínculos sujeto-objeto. Una de las experiencias más vulgares, por lo que tiene de generalizada, es percibida como única. A través de ella los individuos construyen una conciencia de absoluta individuación que al mismo tiempo manifiesta el problema de la existencia del otro a través del yo. Por otra parte, los modelos que desencadenan la auto-representación de la experiencia amorosa están codificados por la tradición cultural. Sin embargo, y no en último término, lo bonito es contarlo, porque permite la reconstrucción ideal de la experiencia vulgar, pero, también, por un factor todavía más importante: a través de la narración se lleva hasta las últimas consecuencias uno de los mecanismos inherentes a la experiencia amorosa: la dominación. Es evidente que la novela, por lo que tiene de "moderna", se ha convertido en un instrumento de primer orden en la construcción de representaciones de la relación amorosa, por eso no está nada mal que alguien se la plantee como un instrumento que tiene la obligación de contribuir a deshacer algunos de los equívocos que ha ayudado a crear.

Josep M. Balaguer, "Francesc Trabal, narrador" en Francesc Trabal: centenari: 1899-1999 (Barcelona, Institució de les Lletres Catalanes, 2001).

Sin embargo, la dura prueba de la guerra, el exceso de trabajo, las angustias que produce la asunción de graves responsabilidades y una visión tenebrosa del próximo porvenir, que Trabal se esforzaba en disimular bajo un barniz de optimismo comunicativo, produjeron en mi amigo `como en tantos otros que vivieron y sufrieron aquellos años terribles` daños morales, una intensa depresión. El Trabal del exilio ya no era el mismo. No obstante, en Francia, no cesó de afanarse por los compañeros retenidos en los campos de concentración y organizó el refugio de Roissy-en-Brie, donde un numeroso grupo de escritores pudo esperar el momento de dar el salto del Atlántico.

En Chile no encontró en absoluto el camino despejado y, de hecho, nunca consiguió una situación estable. Con todo, llevó a cabo una obra meritoria de divulgación de nuestra cultura y de aproximación a los medios universitarios y a grupos y figuras intelectuales del país. De vez en cuando publicaba un artículo en la revista de la colonia catalana y vio, editadas en castellano, Judita y Vals. En México apareció Temperatura, su última novela y la menos afortunada.

Joan Oliver, "Francesc Trabal, recordat" en de Tros de paper (Barcelona, Ariel, 1970).

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