Eugeni d'Ors, "Xènius"

Josep Murgades (Universitat de Barcelona)

Su vida

Formado culturalmente durante el cambio de siglo, Eugeni d'Ors i Rovira (Barcelona, 1881 - Vilanova i la Geltrú, 1954) constituye un caso ejemplar y temprano de profesionalización del intelectual catalán como escritor y como agente cultural.

A partir de1906 publicará de forma cotidiana en La Veu de Catalunya el Glosari, columna de opinión a través de la cual se erige en formulador del novecentismo y en el máximo teórico de esta corriente político-cultural al servicio del reformismo burgués.

Nombrado secretario del Institut d'Estudis Catalans en 1911, en 1915 pasó a ser director de la recién fundada Escuela de Bibliotecarias y, en 1917, se convierte en el máximo responsable de Instrucción Pública de la Mancomunitat de Catalunya. Después de la muerte de Prat de la Riba, su más firme protector y promotor, se produjo un distanciamiento progresivo entre él y el programa de la Lliga Regionalista, que acabará con la defenestración de la que fue víctima en 1920 y que lo llevó a la defección de su país.

Establecido en Madrid, prosiguió en castellano su incesante actividad como publicista y conferenciante. Elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua (1927), el estallido de la Guerra Civil y su adhesión al gobierno faccioso de Burgos le permitieron participar otra vez en tareas de organización cultural, como secretario perpetuo del Instituto de España (1937) y como director general de Bellas Artes (1938).

Después de la contienda bélica, puso en marcha una Academia Breve de Crítica de Arte, verdadero foco de promoción del arte moderno en la capital de España a principios de los años cuarenta. Y a partir de 1946, en un intento de reconciliación con Cataluña, logrará reunir un grupo de admiradores en la también fundada por él Academia del Faro de San Cristóbal, cerca de Vilanova i la Geltrú, donde morirá en 1954.

El Glosari

El Glosari (1906-1921) -continuado como Glosario a lo largo de su etapa en los diarios ABC, primero, y Arriba España durante la Guerra Civil- es su gran obra, verdadera cantera de donde surgen directa o indirectamente todas las otras, tanto las de intención más inequívocamente literaria (La Ben Plantada, 1911 [La Bien Plantada]; Gualba, la de mil veus, 1915 [Gualba, la de mil voces] y Lliçó de tedi en el parc, 1916 [Lección de tedio en el parque]), como las de ambición más ideológica (Filosofia de l'home que treballa i juga, 1914 [La filosofía del hombre que trabaja y juega]; Lletres a Tina, 1914-1915 [Cartas a Tina]; La Vall de Josafat, 1918-1919 [El Valle de Josafat]; y El nou Prometeu encadenat, 1920 [El nuevo Prometeo encadenado]).

Antes de cualquier otra cosa, no obstante, y con independencia de estas series monográficas surgidas al socaire del Glosari, hay que decir que una glosa es un ensayo breve, de extensión casi nunca superior a una página, donde, con un estilo brillante que busca la complicidad del lector, y a partir de las oportunidades que depara la actualidad en cualesquiera de sus manifestaciones, se emiten juicios valorativos o se invita a la reflexión sobre temas o circunstancias de orden diverso, prestando atención tanto a individualidades destacadas por una u otra razón como, sobre todo, a cuestiones relevantes de la vida colectiva en un sentido u otro.

La glosa, según la concibe y la practica Xènius (el pseudónimo con que Ors firmó el Glosari), se convierte así en un género textualmente proteico y de temática versátil, mínima unidad significativa de un amplio y trabado sistema de pensamiento, el orsiano, estructurado en torno a la analogía, convencido como estaba el autor de la primigenia unidad del mundo y del cosmos, y atento a su reconstrucción.

Con la pretensión de servirse de un lenguaje meramente constatador (Ors afirmaba que se limitaba a tomar nota de las por él llamadas "palpitaciones de los tiempos"), el autor del Glosari irá difundiendo a través de estas glosas algunas de las palabras clave que mejor respondían a las expectativas de cambio alimentadas por los núcleos más dinámicos de la burguesía progresivamente comprometida con la causa del catalanismo político, representada por la Lliga Regionalista y por su líder indiscutible, Prat de la Riba.

Entre estas palabras clave, estructuralmente contrapuestas por Ors a sus antónimos correspondientes, destacan, además del expresamente acuñado por él de novecentismo, los de imperialismo, arbitrarismo, civilismo, clasicismo, mediterranismo. Todos ellos -convenientemente repetidos por medio de varias formulaciones a lo largo del Glosari en multiplicidad de contextos y a propósito de diferentes pretextos- vertebrarán el cogito orsiano y a la vez contribuirán a la configuración de los valores ideológicos y morales destinados a legitimar la acción de gobierno emprendida por el catalanismo reformista y burgués.

Así, por ejemplo, si el nombre de novecentismo englobaba las ansias regeneracionistas del momento en la coyuntura supuestamente nueva surgida con el cambio de siglo, la exaltación del concepto de imperialismo obedecía al propósito de encontrar una denominación (entonces prestigiosa) para una tercera vía entre el liberalismo clásico y el socialismo revolucionario, es decir, una vía que, optando por una intervención más activa en los asuntos públicos, barrara el paso a cualquier posibilidad de colectivización de la propiedad privada.

El arbitrarismo, el término más polisémico y controvertido de los puestos en boga por Ors, designaría en el fondo la ética justificadora de la actitud intervencionista o imperialista en cuestiones tanto sociales o políticas como estéticas y culturales, es decir, una ética basada en la afirmación de la voluntad como correctivo subsidiario de las limitaciones impuestas por el racionalismo burgués y por los condicionamientos materiales adversos a los que este racionalismo se enfrentaba.

Civilismo (o civilidad) sería el resultado anhelado -y a la vez el incentivo modélico de comportamiento- de las transformaciones infraestructurales operadas en el marco espacial más idóneo y asequible, el de la ciudad, concebida a imagen y semejanza de la polis griega, mientras que clasicismo y mediterranismo remitirían, a modo de coartada histórica y paisajística, a un pasado -el grecorromano- y a un espacio -el Mediterráneo- unidos hipostáticamente, en los cuales se situaría el origen de unas constantes culturales y caracterológicas heredadas por la nación catalana.

Esta ideología, que, considerada de forma esquemática y retrospectivamente, en frío y en abstracto, puede parecer hoy abstrusa y casi improcedente, triunfó en parte gracias a la facundia de su primordial difusor y al activismo que desplegó en todos los campos del intelecto para movilizar la Cataluña de las primeras décadas del siglo XX. Y esto se tradujo tanto en un corpus doctrinal, no superado en muchos sentidos hasta nuestros días, como en una práctica institucional, artística y literaria que ha dejado una fuerte huella en toda la vida cultural catalana de ese siglo.

Las series monográficas

Dentro del flujo caudaloso del Glosari, siempre cambiante al compás de la actualidad del momento, Ors acogió eventualmente series monográficas de glosas, a menudo a modo de variación estival. Estas series, si bien desglosables del conjunto en razón de su entidad autónoma, complementan la dimensión propiamente racional y argumentativa del Glosari con otra más plástica y de mayor imaginería, eminentemente literaria.

Conformadas según la estructura del medio periodístico donde aparecieron originariamente, acusan rasgos afines con el género de la antinovela, que se inició en la época, y la figura de la mujer -de las Oceánidas, como decía Ors, siguiendo a Esquilo- está en mayor o menor medida omnipresente, siempre revestida de una dimensión simbólica que trasciende la estricta circunstancia narrativa del personaje o la simple invocación devota (como en La Vall de Josafat con Maria).

Publicadas durante el verano de 1911, las glosas de La Ben Plantada giran en torno a una colonia de veraneantes en un pueblecito de la costa y de la expectación que despierta la entrada en escena de una muchacha destinada a convertirse, por obra del proceso de mitificación que despliega Ors a propósito de ella, no tan sólo en agente galvanizador de esa pequeña colectividad -trasunto de la sociedad catalana-, sino también en un modelo paradigmático apto para ejercer, en virtud de la belleza sensible del referente humano en que se encarna, una influencia benéfica, catártica y cohesionadora sobre toda Cataluña. La Ben Plantada se erige así en la sublimación estética de la ética novecentista.

El estallido de la Gran Guerra en agosto de 1914 trajo consigo una nueva serie del Glosari, Lletres a Tina (conocida después con el título de la edición en libro, Tina i la Gran Guerra [Tina y la guerra grande]), que se prolongó hasta finales de año. Con el pretexto de una niña prusiana con quien había coincidido el verano anterior, Ors inició una correspondencia unidireccional en que, un poco al albur de los acontecimientos bélicos, se aplicó a armonizar, en un esfuerzo sincrético considerable que a menudo se servía de la paradoja, la latinidad representada por Francia con el germanismo de los imperios centrales. El equilibrismo ideológico subsiguiente es revelador de la actitud escindida ante el conflicto que mantuvo la Lliga.

El divertimento estival de 1915 fueron las glosas de Gualba, la de mil veus. Un padre viudo y su hija adolescente se recluyen durante las vacaciones en un pueblecito de la comarca del Montseny, al que alude el título, donde se consagran a la traducción de El rey Lear de Shakespeare. La amistad perfecta que reina entre los dos (hecho de cultura) será desplazada por la pasión incestuosa a que sucumben (hecho de natura). Las pulsiones instintivas del subconsciente de la psique humana, que Ors denomina aquí "larvas", se desatan a causa de la soledad que reina en medio de unos parajes sometidos al imperio de la naturaleza. El regusto romántico de esta nouvelle es contrarrestado por una estructura "fría", con gran abundancia de elementos premonitorios.

La Lliço de tedi en el parc [Lección de tedio en el parque] (1916), más conocida después por el título de la edición en libro, Oceanografia del tedi [Oceanografía del tedio], es una reflexión ponderativa de la supremacía de la inteligencia sobre el instinto, del arte sobre la vida, del hombre sobre el caos. Obligado por prescripción médica a hacer una cura de reposo, el autor continuó ejerciendo su capacidad de observación y de análisis introspectivo en medio de la dura prueba del tedio, en el océano del cual se sumerge, sin ahogarse, y tampoco sin dejarse seducir por la presencia del otro, medio entrevisto aquí en forma de mujer. El epifonema de la obra señala la inviabilidad de transgredir la propia ley y, en consecuencia, el regreso a la actividad intelectual.

La serie monográfica más dilatada en el tiempo fue La Vall de Josafat, que se extendió desde enero de 1918 hasta febrero de 1919. Harto de los estragos de una guerra mundial inacabable y gradualmente desencantado de la política de la Lliga, prescindió de las glosas de actualidad cotidiana y se refugió en retratos valorativos de una serie de personajes históricos, a la manera en que Dios procederá con los hombres el día del Juicio Final en el valle bíblico de Josafat. El resultado es una obra inequívocamente "arbitraria", desprovista de toda ganga de realismo innecesario -de "veronicidad", en términos del mismo Ors- y formuladora de una propuesta de conocimiento hecha ya pura literatura.

Escritas en agosto de 1920 y publicadas en El Día Gráfico -el rotativo que acogió el Glosari después de su defenestración política-, las glosas de El nou Prometeu encadenat recrean el viejo tema de Esquilo para establecer un paralelismo entre la suerte corrida por Prometeo y la del mismo Ors después de haber sido desposeído de todos sus cargos por el gobierno de la Lliga.

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