¿Quién soy y por qué escribo?

Enric Casasses

 


Poeta, rapsoda, ensayista y traductor. Premio Nacional de Literatura 2012

Poeta de arraigada inspiración popular, en su obra Enric Casasses mezcla elementos del folklore y de la cultura pop de nuestros días (con una actitud simpatizante hacia todo lo underground o contracultural). Su poesía recibe influencias muy heterogéneas (de la poesía medieval a las vanguardias, pasando por el Renacimiento y el Barroco), experimenta con nuevas formas o revisa géneros tradicionales desde un punto de vista paródico.



Pregunta doble: ¿quién soy y porqué escribo? Respuesta simple: escribo porque no sé quién soy. A tientas, en la oscuridad, encontramos la siguiente pregunta doble: ¿qué soy y por quién escribo? No para quién sino por quién, que es como si dijéramos por culpa de quién, pero ya veremos más adelante que el por quién y el para quién tienen la misma respuesta en este caso. Vamos al grano: ¿qué soy? Soy un resto del alma de la vieja molinera que, al morir, se le quedó enganchada como un jirón en una ramita de la adelfa que había junto al portal y, cuando tiraron a tierra el molino, aquel trapo blanco, llevado por el viento, me vino a la cara y me cegó justo cuando yo pasaba conduciendo la motillo carraca que se había dejado el Espinac mozo. Primero estuve a punto de derrapar en aquel caminito de tierra entre montes pelados, después casi consigo equilibrar la moto y al final, efectivamente, derrapé y me pegué un santo batacazo que tampoco fue para tanto, pero el susto ya no me lo quita nadie y por eso escribo. El que más lo sintió fue el Espinac, porque no sé qué de no sé qué pieza, y que aquella carraca se la quería como si fuera una de esas cabritas que viene cuando la llamas y la puedes ordeñar, y por mirar de no encontrármelo, porque me miraba de torcido, empecé a quedarme a casa y me dedicaba a explorar los montes pelados de la literatura, pero no como un modo de entretenimiento sino como una búsqueda en el desconocimiento, porque soy el hombre lobo que salta, hambriento, cada vez que algo desconocido se le pone al alcance de la zarpa. Soy el hombre gol entre semana, cuando no juega a fútbol y le vienen ideas extrañas, con fuerzas magnéticas que desvían la pelota hacia fuera: siempre el mismo maldito sueño: solo ante la portería, chuto bien y, cuando está a punto de entrar, la pelota describe un ángulo recto y se va a las hierbazas del camino grande, como mínimo, o hasta la farmacia... y, hala, a buscarla. Soy el micropsicólogo que si te pilla una locura, en una millonésima de segundo te la curo antes de que se acabe, y te puedes pasar el resto de la millonésima pensando tranquilamente en las musarañas, que es una de las formas de la salud mental que aún están permitidas. Soy el desconocido que pasa por esa calle en que todos se conocen, o que a él le parece que todos se conocen, todos menos él. Soy el loro que siempre lo tienen en el balcón que da a la placeta de debajo de casa y que se llama Darwin (el loro). Soy el pastor forastero que apacienta cabras del país y les contagia la añoranza. ¿Y si soy la única piedra que casualmente sobrevivirá de esta civilización?¿ Y si soy la ceja izquierda del hombre de las cejas de esparto, el hombre del bocadillo de la guerra de Rodoreda?

Resumiendo, que soy de los perdidos en un mar de castañas, de los perdidos sin más, y, como los perdidos quizá son los únicos que tienen una mínima noción de qué va el festival este de las estrellas entre las ramas, nos ponemos a escribirlo para los que saben donde están, porque somos generosos y cuando tenemos dudas nos gusta compartirlas. Para poder escribir estas cosas nos hacemos muy pequeños: yo primero me hago muy pequeño, después, sin querer, casi siempre me acuerdo del Espinac mozo, y después pienso en un amigo mío que es multiópata, y sólo escribo frases o cosas que él pueda entender, que es un sistema que no falla casi nunca, pero esto era antes porque mi amigo se murió de un montón de cosas y puedo afirmar y asegurar que todo lo que yo había escrito hasta entonces lo había escrito para él y que todo lo que he escrito después lo he escrito por él. Llegados aquí ya puedo responder con más aire a la primera pregunta (¿quién soy?): soy la voz conocida que parece que te llama en la casa vacía, soy uno de tantos en el paseo de los desamparados, soy un de los que organizaron el viaje intergaláctico de los pobres, la desesperación de los ricos, el consuelo de los mayores. Y la segunda pregunta (¿por qué escribo?): no lo sé.

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