Eduard Márquez, voluntad de estilo

Javier Cisneros

Eduard Márquez (Barcelona, 1960) es autor de libros de poesía, recopilaciones de cuentos y novelas para niños y adultos.

Su primera dedicación a la poesía (La travesía innecesaria, 1991 y Antes de la nieve, 1994, ambas obras en castellano) ha marcado la particular forma del autor de entender la literatura: una poética del «menos es más». Una prosa aparentemente sencilla, sobria y de frases contundentes caracteriza un estilo elíptico, sintético y cargado de densidad lírica, en la que se ha eliminado todo lo que no es necesario para llegar a la concisión extrema. El objetivo de Eduard Márquez es narrar con los mínimos elementos posibles: alcanzar una lengua transparente y nítida en que no sobre nada. Una consecuencia de este compromiso estilístico con la austeridad es la obsesión por la palabra justa, la expresión precisa y la depuración léxica. A esto se añade la preocupación por la musicalidad y la eufonía del texto en prosa, que busca eliminar repeticiones y cacofonías. El resultado de todo este riguroso trabajo del autor sobre la lengua, muy parecido al del poeta, es una estilización del lenguaje narrativo que lo acerca al lenguaje poético y que hace posible que sus novelas se puedan leer como un poema.

Este compromiso formal se extiende también a los engranajes narrativos. El autor diseña con precisión de ingeniero estructuras narrativas de una eficacia abrumadora que respeta escrupulosamente pero que, después, hace invisibles al lector, que sólo disfruta del fluir de un texto que parece fluir espontáneamente.

El método de trabajo que hay detrás de todo es muy exigente: rigor, minuciosidad, perfeccionismo, lentitud, esmerado diseño de los artefactos narrativos, corregir tanto como sea necesario. Una forma de hacer que cuadra perfectamente con la ética del autor, que respeta el oficio, valora el trabajo regular del día a día y defiende que los lectores se merecen un trabajo honesto. No es extraño que el tiempo medio de redacción de sus novelas sea de tres años y que ninguna de ellas supere las 150 páginas. La voluntad de estilo es clara tanto en las dos primeras recopilaciones de cuentos como en las tres novelas para adultos que ha publicado hasta ahora, pero también está presente en las nueve novelas escritas para niños.

Todo eso hace que las narraciones de Eduard Márquez exijan del lector una atención constante y sostenida, que no permite poner el piloto automático. Son obras muy intensas y que pueden y piden ser leídas de una sentada.

Zugzwang y L'eloqüència del franctirador

Las recopilaciones de cuentos Zugzwang [Zugzwang] (1995) y L'eloqüència del franctirador [La elocuencia del francotirador] (1998) marcan el inicio de la producción narrativa y en catalán del autor.

Zugzwang está formado por 43 cuentos muy breves, de una extensión media de unas tres páginas, y que, a pesar de ser relatos independientes, forman un todo extrañamente interrelacionado. Por las fisuras de un mundo aparentemente real se filtran la irracionalidad y el absurdo para trastocarlo completamente. Las identidades de los personajes se resquebrajan y los abocan al más absoluto de los desconciertos -no reconocen el mundo ni su propia existencia, se operan para conseguir un rostro que nadie confunda, se hacen matar para no tener que suicidarse, ven la cinta de vídeo de su propio entierro, se enamoran de ellos mismos- o los impulsan a la copia, la vampirización o la más cruda usurpación de vidas ajenas cuando no soportan la propia -escogen a alguien al azar para arrancarle la existencia o se alimentan literalmente de su fuerza vital. Algunos consiguen hacerse un clon que los libera de la rutina y otros sufren las fechorías de su doble. Personajes de obras pictóricas y literarias, o incluso un fantasma, toman vida para enamorar o vengarse de personas reales y manifiestan así la precariedad de sus identidades. Los protagonistas de los relatos se encuentran siempre en zugzwang, una expresión del ajedrez que define una situación donde cualquier movimiento que se haga es nefasto porque lo empeora. La prosa afilada, sintética y esencial da fe de la voluntad poética del autor y se convierte en un verdadero manifiesto estilístico.

L'eloqüència del franctirador continúa la propuesta estética y el universo creado en Zugzwang -de hecho, cuatro cuentos retoman argumentos del primer libro-, pero con relatos un poco más extensos, concebidos como verdaderas «micronovelas» divididas en ínfimos capítulos donde el autor explora todo un abanico de diferentes y complejas estructuras narrativas. Son dieciocho historias de lucha en solitario, como la del francotirador aislado, contra la fragilidad de la existencia: un hombre que intercambia su identidad con otro que lleva una cuádruple vida -homenaje a Max Frisch-; una mujer que se hace vigilar por un detective para que le reinvente en los informes una vida que sustituya su tediosa realidad -homenaje a Sophie Calle-; un individuo obsesionado que asesina a su doble para evitar la suplantación -homenaje a Paul Auster-; un amnésico que pide en un anuncio en el periódico los recuerdos de las personas que lo han conocido y recupera una vida que no reconoce; una muñeca hinchable que toma la vida de su Pigmalión; un reflejo en el espejo que abandona, ofendido, al narcisista que le ha sido infiel; una bestia que nunca conseguirá el amor de su bello; un personaje de ficción que se venga de su creador; un relato que se cumple en la vida real como fatídica profecía. Historias absolutamente compactas y sintéticas en el estilo implacable y perfeccionista del autor, con elementos de diferentes géneros (misterio, terror, gótico, policíaco...) en el mismo mundo descontextualizado, sin espacio ni tiempo, del libro anterior.

Cinc nits de febrer

La novela Cinc nits de febrer [Cinco noches de febrero] (2000) es la primera narración larga del autor y nace a partir del cuento "Trailer" de L'eloqüència del franctirador. Su protagonista, Lars Belden, después de enterarse de la muerte de Sela Huber, una antigua amante, decide entrar en secreto a su piso para encontrar respuesta a todas las preguntas sobre aquella inquietante relación que lo continúa obsesionando a pesar del tiempo transcurrido. Durante cinco noches consecutivas, visita el piso para averiguar el motivo de la misteriosa ruptura que trastornó su existencia. Allí reencuentra un pasado más que perturbador. Sela Huber, obsesionada por el recuerdo y la memoria, atesoraba en una extraña habitación prohibida testimonios de todas sus vivencias: cintas de vídeo, grabaciones de conversaciones y un exhaustivo diario con los detalles más nimios. En una investigación caótica y compulsiva en medio de ese abrumador montón de información, Lars Belden y el lector avanzan clandestinamente cada noche en la reconstrucción del rompecabezas de la memoria. Los fragmentos que se recomponen, los diálogos que se completan y las sospechas que se confirman les descubren el enigma de Sela Huber y proporcionan a Lars Belden una inesperada respuesta. La maldición posesiva de un amante anterior, ya ausente, regía la vida de Sela Huber y ponía fin de forma truculenta a cualquier nueva relación.

Tres temas vertebran la novela: la posesión amorosa, perdurable aquí más allá de la muerte; la culpa, capaz de aniquilar la conciencia, y la fragilidad de la memoria, impotente a la hora de construir refugios para conjurar el olvido.

Cinc nits de febrer representa formalmente el triunfo de la translación a la narración larga del estilo comprometido y contundente que el autor había alcanzado en los cuentos breves. La novela es un thriller escrito para ser leído como un poema. La estructura musical en cinco movimientos, con repeticiones y variaciones, acompaña el progresivo desvelamiento del siniestro misterio de una historia que, aunque maléfica y perturbadora, no deja de ser una historia de amor.

El silenci dels arbres

En la segunda novela de Eduard Márquez, El silenci dels arbres [El silencio de los árboles] (2003, finalista del Premio Llibreter 2004), el violinista Andreas Hymer vuelve después de unos cuantos años a su ciudad, ahora asediada por la guerra, para dar un concierto en medio de la barbarie. Allí reencuentra a Ernest Bolsi, que había sido el luthier de su madre, también concertista, y Amela Jensen, una pianista y antigua amante a la que abandonó en busca del éxito. Ernest Bolsi hace de guía en un museo de música que la guerra ha dejado completamente vacío, sólo para poder contar historias a los visitantes que desafían los tiros y las bombas en busca de consuelo y esperanza en sus relatos. Amela Jensen sobrevive en una silla de ruedas, aislada en su piso y ahogada por los recuerdos. Bajo los obuses y la metralla de una ciudad contemporánea en escombros -que el autor nunca identifica para subrayar la dimensión alegórica-, Andreas Hymer recupera el pasado que había dejado atrás: la historia de su madre, que lo abandonó siendo niño para dedicarse en cuerpo y alma a la música, y la desconocida existencia de un hijo con Amela Jensen que ya no podrá conocer.

Los horrores cotidianos de la ciudad bajo la artillería enemiga, sin agua, comida ni electricidad, y la fragilidad de la vida sometida en cualquier esquina al azar de los francotiradores son el otro protagonista de la novela. El lector queda cautivado con un conjunto de cartas de los habitantes de la ciudad que, como el coro de una tragedia griega, interrumpen el hilo de la historia para dibujarnos a través de sus vivencias un retrato coral de la vida en una ciudad asediada.

La novela es una relectura contemporánea del descenso de Orfeo a los infiernos, una parábola sobre cómo, en medio de la guerra y del horror, el ser humano encuentra refugio en la belleza. El poder de la música y la capacidad de fabular e imaginar mundos alivian los afanes de la supervivencia. Las historias de Andreas Hymer y de su madre nos hablan también del precio afectivo que impone la dedicación absoluta a una pasión vital. Las cartas de los habitantes de la ciudad, como telón de fondo del relato, nos recuerdan qué sencillo es aprender el arte de perder, qué fácil es asumir el desposeimiento cuando mañana puedes estar muerto.

La estructura de la novela alterna el relato principal con los textos de las cartas y esconde hasta el final el vínculo que los une. Como ya había hecho en Cinc nits de febrer, el autor, fiel a su compromiso estilístico, continúa narrando en tercera persona y en riguroso presente, que, en esta ocasión incluso se amplía a los saltos en el tiempo y a los frecuentes flash-backs de los protagonistas. A pesar de la dificultad de este reto, la articulación con el relato principal está plenamente lograda y se consigue un cautivador efecto de proximidad a los recuerdos.

La decisió de Brandes

La última novela del autor, La decisió de Brandes [La decisión de Brandes] (2006, Premio Octavi Pellissa 2005 y Premio de la Crítica Catalana 2006), nos presenta un pintor ya viejo y enfermo que evoca los hechos que han marcado su vida. El relato biográfico en primera persona, desordenado y sometido a los caprichos de la memoria, busca la clave de bóveda que explique y justifique su existencia, y que encuentra en una decisión que tuvo que tomar años atrás, en el París ocupado, durante la Segunda Guerra Mundial. Un enviado de Hermann Goering le ofreció entonces la posibilidad de recuperar sesenta obras suyas, confiscadas por los nazis, a cambio de que le entregara un cuadro que poseía del maestro alemán del siglo XVI Lucas Cranach, el pintor preferido del lugarteniente de Hitler. El protagonista tuvo que escoger entre ceder al chantaje o perder su obra.

La decisió de Brandes es un dilema moral que en realidad vivió el pintor Georges Braque, del cual, sin embargo, desconocemos el desenlace. Eduard Márquez toma esta anécdota y propone una decisión posible creando un pintor imaginario, Brandes, y una vida que la justifique, enmarcada en la convulsionada historia de la Europa del siglo XX: el paso por las dos guerras mundiales, el contexto familiar nacionalsocialista, la muerte del hijo, la presión de los nazis sobre «el arte degenerado», el exilio, la relación con una superviviente de los campos de concentración, la evolución de las ideas pictóricas, etc. Sólo al final del libro se desvelará y se entenderá la sorprendente decisión que toma Brandes.

La novela es un homenaje, en medio de la megalomanía y de la grandilocuencia contemporáneas, a la grandeza de las pequeñas rebeliones y de las discretas formas de resistencia contra la opresión, a la dignidad en la defensa de aquello que consideramos inalienable, por modesto que sea. El relato se convierte, así, en una verdadera declaración de la ética del creador, que comparten Braque, Brandes y el propio Eduard Márquez: el trabajo constante, la humildad, el perfeccionismo y la paciencia.

La decisió de Brandes es la primera novela del autor narrada en primera persona y contextualizada en el tiempo y en el espacio. Por eso se agradece todavía más el rigor en la documentación y en los detalles que ya habíamos encontrado en El silenci dels arbres y que, discretamente y sin empachar, está siempre al servicio de la verosimilitud. El artefacto narrativo que el autor construye, y que respeta fielmente, para articular el discurso aparentemente caótico del protagonista, pasa absolutamente desapercibido al lector.

La obra como un todo orgánico

La obra literaria de Eduard Márquez constituye un todo orgánico. Toda la producción de sus poemas, novelas para adultos y relatos para niños crece, como un ser vivo, para crear un universo personal e inconfundible. Aunque el autor lo haga con historias, personajes y géneros diferentes, y dirigiéndose a públicos diversos, todo contribuye a construir un mundo coherente y lleno de resonancias temáticas y estilísticas.

Una inquietud básica vertebra toda la producción del autor: la pregunta sobre la identidad. ¿Quiénes somos? ¿Cómo llenamos nuestras existencias? ¿Por qué hacemos esto y no aquello? ¿Cómo, más allá de una acumulación de acciones y episodios vitales desconectados, intentamos dar sentido a nuestras vidas? La intuición del autor es que somos lo que nos contamos a nosotros mismos que somos. Tarde o temprano todas las personas se inventan una historia que creen que es su vida. O toda una serie de historias», dice Genzmer en "Punt de fuga", el relato que abre L'eloqüència del franctirador. Si lo que da sentido a nuestra existencia es la explicación que nosotros mismos nos damos, entonces adquieren vital importancia la forma que damos a ese relato y la herramienta que utilizamos para hacerlo, la memoria, la otra obsesión declarada del autor.

Cuando este relato fracasa, los personajes se ven abocados a irracionales aventuras en busca de una identidad, como sucede en Zugzwang y en L'eloqüència del franctirador. Sólo cuando se recupera el pasado, como hacen los protagonistas de Cinc nits de febrer, El silenci dels arbres o La decisió de Brandes, estel relato se completa y todo adquiere sentido. También en los libros para niños -donde, por ejemplo, un ser fantástico se puede convertir en aquello que escoja, un caballero está harto de ser inmortal, un niño negocia con su imagen en el espejo o una niña envidia los sueños de sus compañeros- reencontramos las inquietudes recurrentes del autor.

Si una de las funciones de la literatura es hacer que nos interroguemos sobre nuestra existencia, que participemos con el autor de esta investigación y que, en el mejor de los casos, podamos compartir con él algún pequeño y útil hallazgo, entonces lo que hace Eduard Márquez es, sin duda, literatura con mayúsculas. Tiene algo que decirnos y una manera especial de contarlo.

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