El poeta David Castillo

Ferran Aisa

David Castillo es periodista, crítico, novelista y poeta. Desde muy joven ha desarrollado un incansable papel como activista cultural, que lo ha llevado a aglutinar los círculos alternativos y a organizar y dirigir los festivales de poesía y los suplementos culturales de mayor difusión (desde 1989 dirige el suplemento cultural del periódico ). Su producción poética y novelística está caracterizada por la desnudez formal y por una sinceridad sin concesiones, por la huella del rock y por el paisaje de la Barcelona más sórdida.

David Castillo sabe absorber la esencia de la vida y por allí donde pasa recoge el espíritu poético convirtiéndolo en imaginario geográfico: el Carmel, la Rambla, el Barrio Chino, Castelldefels, Montevideo, Nueva York o Manila. Downtown es su último libro, escrito en catalán y castellano, cuyos poemas nacen de sus paseos por la ciudad de los rascacielos, antes y después del once de septiembre.

Downtown (Icaria, 2005) no es un viaje turístico, sino un paseo por la desolación humana que invita al lector a oír los latidos de la vida: en el Nuroyican Poets Cafè, en el Harlem español, en el Bronx, en Times Square. En "Loisaida", el poeta juega con la memoria y la melancolía del tiempo. La segunda parte del libro recoge un canto a los jóvenes presos de Trinidad. Cierra la recopilación, el escrito en castellano, "Montevideo blues", donde reaparece David "Dylan" Castillo y en "Dejemos hablar al viento" interpreta el absurdo camusiano de El malentendido.

David Castillo (Barcelona, 1961), poeta y periodista. Publicó sus primeros textos en 1975, a los catorce años, cuando trabajaba de botones en el Banco Ibérico. En 1976 se afilió a la CNT, era la época de las "barricadas" libertarias, de las fiestas permanentes en la Rambla, de las primeras "manis", del carnaval de Ocaña, del Café de la Ópera, de los striptease de Christa Leem, de los tenderetes de contrapropaganda, de las perfomances contraculturales, de las Jornadas Libertarias y de las fumadas de hachís colectivas. Las publicaciones alternativas aparecían con fuerza: Ajoblanco, Viejo Topo, Alfalfa, Topo Avizor, Star...así como los fanzines Cloaca, Fuera de Banda, Trotón, Tricopo y el cómic El rollo enmascarado. Todo iba acompañado de musica de Bowie, Dylan, Lou Reed ... Era un tiempo de debates continuos e inacabables charlas que emanaban del pensamiento libertario, del situacionismo y del nexialismo. Su participación en la lucha lo llevará a ser detenido. Era tan libre aquella República "A" de la Rambla, que estuvo ocupada "militarmente" por la policía. Jaume Sisa lo describió en una canción: «Han cerrado la Rambla / han echado a todo el mundo / han vaciado los árboles / de los pájaros y las flores».

La formación del joven poeta se complementa entonces con la metódica lectura de los grandes creadores universales: Cernuda, García Lorca, Aleixandre, Vallejo, Larrea, Vinyoli, Bonet, Rimbaud, Ashbery, Blake, Milton, Yeats, Coleridge, Auden, Corso ... que se mezclan con el ingrediente metafísico de la filosofía pura y la fuerza dinámica de la música pop. El camino del poeta quedará marcado por el contacto con la realidad, tanto de los barrios de su ciudad, como de los suburbios del mundo, a los cuales no será ajeno. Castillo, nacido en el barrio de Poble Nou, ha recogido el imaginario de los barrios populares de Barcelona: el Carmel, la Ribera, la Barceloneta, el Barrio Chino...

Al inicio de los años ochenta empezó a participar en las lecturas poéticas de los ateneos libertarios, los bares del barrio de Gracia y otros lugares barceloneses. Sus compañeros de viaje poético fueron Jesús Lizano, Pope, Enric Casasses, Joan Vinuesa, "Oaixí", etc. Àngel Carmona, director de La Pipironda, organizó por aquel entonces espectáculos poéticos y teatrales que recorrieron los escenarios alternativos de Barcelona. En 1985 David Castillo formará parte de la Junta del Ateneo Enciclopédico Popular (AEP), con sede en la Casa de Caridad. Su paso por el AEP coincide con las reuniones que hacen a los viejos militantes anarquistas, siempre generosos con los jóvenes que quieren hacer el camino hacia Ítaca. En aquellos momentos Castillo inició su carrera periodística, que lo llevó a colaborar en El País, La Vanguardia y, desde de 1988, en Avui, publicando también en las revistas El Món, El Temps y otros. La década de los noventa asumió la dirección del suplemento de Cultura de Avui, dirigió Lletra de Canvi y fue colaborador de las prestigiosas publicaciones literarias, Quimera, Ínsula, Leer, ¿Qué leer?, etc. Desde 1995 coordina la Semana de Poesía de Barcelona y tiene un papel destacado en el mundo literario catalán.

En 1992 David Castillo publicó La muntanya russa, en la Editorial Pagès de Lleida, un libro lleno de imágenes de ciudades, Valencia, Roma, Barcelona ... El autor dice que en aquella época tenía ganas de reír, de llorar, de cambiar de estado de ánimo continuamente. Los poemas de La muntanya russa son de los años ochenta e incluso uno de ellos «del lejano 1978». La persistencia del tiempo se desliza sobre los versos y baja con fuerza por la montaña rusa. "La destrucció i l'amor", título inspirado en Aleixandre, es un poema barroco, una especie de continuación del retablo de san Jerónimo. Los versos de La muntanya russa enfatizan la creación sin límites y los paseos por la memoria del tiempo. "La Riba de Sant Nicolau de Bari" (titulado, en Menta, "El Riu"), es un poema con connotaciones bíblicas pasadas por el cedazo de Rimbaud y de Dylan. El poema que da título al libro, "La muntanya rusa", imbuido por el pensamiento de Descartes, sigue el mismo ritmo del anterior. La segunda recopilación poética de Castillo, Tenebra (Els llibres de l'Óssa menor, 1994), parte de la vía anterior, de nuevo el tiempo es protagonista, desde la óptica de Bergson y de las insinuaciones, en claroscuro, de Hegel y de la creatividad literaria de Dylan Thomas. En Tenebra volvemos a encontrar referencias a Roma, al mítico Cafè Greco, a la Vía Condotti, Santa Maria del Popolo y San Luigi de Francesi, Caravaggio y el Castillo de Sant'Angelo. En la segunda parte de la recopilación Rapsodies canalles reaparecen las voces de Lou Reed, Passolini y Bob Dylan y todo se llena de versos trágicos que bailan las gitanas al compás de una balada de maquisards que nos acercan la figura de Bobby Sands, militante del IRA, muerto en una huelga de hambre. En el poema "Calze de absenta", los ángeles del apocalíptico pasaje bíblico se pasean por el Barrio Chino, mientras el poeta muestra su yo generacional y, tal vez, invita al evangelista san Juan a una copa de absenta en el bar Marsella.

David Castillo ha publicado también la biografía de Bob Dylan (Caixa de Catalunya, 1992). El mito de Dylan forma parte del paisaje del poeta barcelonés, por eso la simbiosis biográfica no es tan sólo un deseo, sino una realidad. La narración de la biografía del cantautor norteamericano se puede leer como una canción, Love minus zero / no limit, pues nuestro autor siente una gran pasión por el poeta de Minnesota.

David Castillo, en el prólogo de la recopilación En tierra de nadie, afirma que si La muntanya russa y Tenebra son hermanas, Game over y El pont de Mühlberg son gemelas. Con Game Over (Proa, 1998) consiguió el premio más prestigioso de la poesía catalana, el Carles Riba. El imaginario barcelonés de Castillo transita por los versos de Game Over, que analiza la poética de la Biblia y la acerca al mundo de la calle. La mezcla de la cultura anglosajona y la autóctona forman el cuerpo de este libro, donde están presentes los mitos y fantasmas literarios del autor: Fonollosa, Artaud, Burroughs, Tennesse Williams, Lorca y sobre todo Dylan, están presentes en los versos de Game Over, tal vez su mejor libro. Los mitos poéticos de David Castillo son sombras que viven refugiadas en el espíritu de sus versos: Rimbaud, Jesucristo, el comandante Cero, Dylan, Reed, Dostoievsky, Ramones, Prince, Bakunin, John Keats, Yeats, Che Guevara... En el poema "En via morta" el poeta se traslada a un camino sin salida, al callejón sin salida de los sentimientos. El poema "Bandera negra", no tan sólo se refiere al color de la bandera, sino también a su estado de ánimo, negro bien negro, por la encarnizada lucha del poeta con su yo más íntimo. Leonard Cohen no está lejos del poema que cierra el libro, "Last ball", y que podría ser el vals de la última noche del amor perdido. El camino de los ángeles lo volvemos a encontrar en El pont de Mühlberg (Proa, 2000), la obsesión, el deseo, la realidad, la fábula, el amor y el desamor. Desolación y vida son conceptos que parecen ser antagónicos, pero que, a veces, se complementan. Los versos de El pont de Mühlberg son una muestra de este espíritu poético que ya había seguido anteriormente en Game Over, sobre todo en el poema "Els estigmes sense passió". David Castillo es un poeta que trabaja la idea sin caer en la trampa de las ideologías, ya que eso restaría valor a sus versos. Su espíritu épico está marcado por un ácido romanticismo, que lo aleja tanto de los poetas posmodernos, como de los poetas vacíos. El poeta del Carmel narra la realidad de una épica barcelonesa que tiene su principal fuerza en El pont de Mühlberg. Con este libro hace un recorrido físico por los rincones más íntimos y canallas de ciudad, en busca de un imposible sueño, maldiciendo su propia desesperación. Es un trayecto por la vía del amor y el desamor, por el sexo, las drogas y el rock. Y así el poeta se escapa a "Place Contrescarpe". Este libro es también un itinerario literario por el Carmel, un barrio que ha sufrido recientemente el ataque devorador del progreso salvaje. El emblemático poema "Rambla del Carmel" es un canto a la desesperación.

El pont de Mühlberg, donde se instalaron unas baterías antiaéreas en la Guerra Civil, ahora es un mirador. ¡Es la guerra, es la guerra! Amor, ira, desamor, ventura y desventura, rabia ... En "Malles de pell de leopard" el poeta se aferra a una tristeza remojada en ginebra.

Corso está presente en algunos de estos pensamientos poéticos, tal cual los escribe el poeta norteamericano. En el poema "La realitat i el desig" encontramos a Cernuda, el poeta del amor y las dudas, pero también de la memoria lánguida del tiempo. El oficio de poeta no está reñido ni con la ironía, ni con el sarcasmo, ni con el cinismo. Salvat-Papasseit dijo que lo inútil del arte era lo que realmente le daba valor. Castillo afirma, en una entrevista en Solidaridad Obrera, que este oficio inútil es su razón de ser. Y en las notas finales de El pont de Mühlberg manifiesta que, con estos poemas, ha hecho un canto elegíaco a los amigos caídos por el camino, y que tanto le habían influido en sus inicios literarios (Pere Marcilla, Albert Subirats y Ángel Crespo). David Castillo está imbuido de sentimientos nobles y es el mejor amigo para sus amigos. Sobre Pere Marcilla, fundador de la desaparecida librería Cosa Nostra, ha publicado una semblanza en Poètica de la contracultura, que Genís Cano ha editado en la Universidad de
Barcelona.

David Castillo no se ha especializado en un solo género, también es novelista galardonado, El cel de l'infern (1999) [El cielo del infierno], premio Joan Crexells, y No miris enrere (2001) [Sin mirar atrás], premio sant Jordi. Últimamente ha publicado varias antologías bilingües de su obra poética, Bandera negra (Madrid, 2001) y En tierra de nadie (Málaga, 2002), que recogen poemas ya publicados y otros de libros inéditos Doble Zero y Esquena nua. En Bandera negra aparece el poema "Mala memòria" de Seguint l'huracà (Tarragona, 2000).

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