Narcís Oller: de la tradición a la modernidad

Rosa Cabré (Universidad de Barcelona)

Narcís Oller es el creador de la novela catalana moderna. De formación romántica, se decanta hacia el realismo y el naturalismo. Escribió, también, una novela psicológica, narrativa breve y teatro. El mundo novelístico de Oller se mueve
entre dos polos: el realismo, que a veces bordea el naturalismo, y una huella nada despreciable de sentimentalismo moralista,
procedente del Romanticismo tardío. Oller representa el
hito más importante de la novela catalana del siglo XIX.

La personalidad y la obra de Narcís Oller no pueden entenderse al margen de las concepciones político-culturales que se derivaron de la Revolución de Septiembre de 1868. Entonces se dieron dos características capaces de renovar la producción literaria: la voluntad, por parte de los sectores intelectuales más progresistas, de imponer el racionalismo y el criticismo, y el impacto de aquellos hechos históricos. Todo esto configuró la importancia que durante el periodo de la Restauración tuvo la novela por encima de los otros géneros, incluido el teatro. En esa época, tal como apunta Yxart, sale a debate la "cuestión del realismo y el naturalismo en arte, que todas las demás cuestiones nutre y colorea, trayendo definitivamente la literatura, la lírica inclusive, a la realidad inmediata y viva". Esta experiencia, que Narcís Oller cuenta en un relato de Croquis del natural y en La bogeria [La locura], lo llevó a desengañarse de unos hechos que entendía como liberadores y esperanzadores. A partir de entonces, según Yxart, se convirtió en "conservador y amigo de los partidos medios".

La vida y la obra de Narcís Oller se dividen en tres periodos: un primer periodo de formación, hasta 1877; el segundo, de plenitud y de reconocimiento dentro y fuera de Cataluña, hasta 1906, y finalmente el periodo de recuperación de la memoria y compilación de su obra, hasta su muerte en 1930.

Narcís Oller y Moragas nació el 10 de agosto de 1846. Fue educado por su tío materno, el jurisconsulto Josep Moragas, en la casa solariega de los Moragas, en la calle del Forn Nou de Valls, Tarragona, donde su madre se trasladó al quedar viuda cuando él tenía tres años. Como su hermano pequeño Josep murió prematuramente (en 1853), la relación con su madre fue muy estrecha (lo que se plasma en La febre d'or [La fiebre del oro], en el trato entre la señora Mònica y su hijo). Con su primo Josep Yxart, seis años más joven que él, compartió juegos, la inclinación por el dibujo y la pintura, lecturas y ambiciones literarias, y siempre intercambiaron opiniones sobre todo lo que escribían. Oller pronto compaginó el gusto por el trato social con la observación del comportamiento humano, y el "afán creciente de investigación de la verdad" que después proyectará en su obra. En 1863 fue a Barcelona para estudiar el último año del bachillerato y, después, cursar la carrera de Derecho. Durante esta época los primos se escriben y se reencuentran en vacaciones. Pero entre octubre de 1868 y junio de 1871 comparten cuarto. En 1873 Oller gana las oposiciones a la secretaría de la Diputación de Barcelona, y va a vivir con su madre en un piso de la calle de Mendizábal. En mayo del año siguiente se casa con Esperança Rabassa. Pero de repente la felicidad se rompe: el 18 de febrero de 1876 muere su madre, once días después de su tío Josep Moragas. Unos cuantos meses más tarde, con su hija Maria, el matrimonio se traslada a la Rambla de Catalunya, donde nacerán sus otros dos hijos, Josep y Joan.

Desde 1868 Oller tiene la voluntad de formarse como escritor. Lee desde libros romántico-costumbristas (como las Leyendas de oro, Mme. de Staël, el Werther de Goethe, Lamartine, Fernán Caballero, Alarcón, Longfellow, Henri Murger) hasta otros con elementos realistas (como Cádiz o La corte de Carlos IV o La falsa querida de Balzac). También frecuenta, además de los clásicos griegos y latinos, a Dante, Tasso, Shakespeare, Rousseau, Voltaire, Sue, Hugo, Chateaubriand, Dumas, Zorrilla, Balmes, Espronceda, Mesonero Romanos, Bretón, Bécquer, Larra... Son lecturas que comparte con Miquel de Castellfort, personaje de La papallona [La mariposa] o el Francesc de La febre d'or. De formación ecléctica, sus criterios de belleza son desde sus primeros trabajos literarios la naturalidad, la sinceridad y la espontaneidad.

Joaquim Riera i Bertran, con quien coincide en la Diputación de Barcelona desde 1875, lo acercará al núcleo literario catalanista de la revista La Renaixensa, y en mayo de 1877 asiste por primera vez a la fiesta de los Jocs Florals. El impacto de L'Atlàntida de Verdaguer y el hecho de no disponer de ningún texto en catalán para leer durante la cena posterior lo decidieron a escribir en esta lengua a partir de entonces. En los Jocs Florals de 1879 fue galardonado por la narración "Sor Sanxa", y el año siguiente por la nouvelle titulada Isabel de Galceran. En La Renaixença, donde introdujo a Josep Yxart, hizo amistad con Emili Vilanova, Francesc Matheu y Àngel Guimerà y, a raíz de la publicación de Croquis del natural (1879), con Joan Sardà. En 1878, Oller y Yxart viajan a París a escribir una crónica de la Exposición Universal para la revista y descubren esa gran ciudad industrial y moderna. A partir de entonces, París será el modelo donde reflejará Barcelona. En este viaje, Oller (que conocía a Zola por Yxart al menos desde 1877) compra y lee Une page d'amour.

El segundo periodo de la vida y la obra de Narcís Oller comprende su plenitud como escritor. Va de 1878 -cuando se presenta por primera vez a los Jocs Florals y escribe sus dos primeras narraciones realistas en catalán: "Lo trasplantat" y "Lo nen del pa"- hasta 1906, cuando publica su última novela, Pilar Prim. En esta época lee desde Germinal de Zola o La Regenta de Clarín a Ana Karenina y la Sonata a Kreutzer de Tolstoi o las Ode barbare de Carducci. Ahora construye sus relatos a partir del procedimiento naturalista de Zola, pero interrelacionando algunos elementos románticos, cada vez más esporádicos. Poco a poco sustituye el cuadro de costumbres por el cuadro social. Así, funde la narración de una acción, de acuerdo con las leyes de causa-efecto, con el relato de un cuadro de costumbres, o la descripción objetiva de un paisaje con la esporádica intervención del narrador dentro del relato. En 1881, con el fin de disponer de más libertad para dedicarse a escribir, se acredita en Madrid como procurador en tribunales.

Este periodo lo integran dos etapas. En la primera, Oller se afirma como escritor realista y es reconocido por los mejores escritores en castellano del momento, algunos de los cuales (como Pardo Bazán, Pérez Galdós y sobre todo Pereda) acaban siendo grandes amigos suyos. Publica cuentos y novelas, desde La papallona (1882) a La febre d'or (1890-92). En medio, Notes de color [Notas de color] y La bufetada [La bofetada](1884), L'escanyapobres [La sanguijuela] (premiado en los Jocs Florals de 1884), Vilaniu (1885) y De tots colors [De todos los colores](1888). Estas obras muestran un progresivo dominio del procedimiento naturalista, pero lejos de la filosofía determinista de Zola.

Oller, como dice Yxart, parte de hechos y personajes reales, a los cuales aplica la imaginación, no para deformarlos sino para colorearlos, o imagina situaciones que relata siguiendo el criterio de la verosimilitud. Los objetivos del novelista son el análisis de una pasión universal a través del estudio de un determinado contexto histórico y social. Hay obras que ponen más énfasis en un aspecto u otro, pero, en general, todas combinan en mayor o menor proporción estos objetivos. Así, La papallona y L'escanyapobres son sobre todo estudios de pasiones dentro de un marco más amplio. El tratamiento científico de cada caso no impide (sobre todo en la primera) la presencia de elementos románticos: adjetivación; sentimentalismo; personajes tipificados; intervención del azar y el misterio; interferencia del narrador dentro del relato, e idealismo moralizante dirigido especialmente a las relaciones entre ricos y pobres). En La papallona -que Albert Savine publicó en francés con una carta de Zola a manera de prólogo- Oller evoca sus vivencias de estudiante y opone las relaciones frustradas de Lluís y Toneta (el único personaje que se construye a lo largo del relato) a las del matrimonio Castellfort, sin que del marco barcelonés donde se mueven se nos narre otra cosa que algún cuadro de costumbres o los movimientos urbanos de la anónima multitud. L'escanyapobres, situado en una población rural en vías de industrialización, focaliza el estudio de una pareja que tiene la avaricia como motor de su relación. La tensión entre la obsesión de los protagonistas y las transformaciones modernizadoras de la sociedad se resuelve a favor de las segundas. Oller recoge la experiencia de la llegada del ferrocarril a Valls en enero del 1883.

Vilaniu (una ampliación d'Isabel de Galceran) y La febre d'or son esencialmente retablos de la vida social que Oller recordaba de Valls o que vivía en Barcelona, respectivamente. En estas dos novelas se ve claramente su ambición literaria: intentar -como Balzac o Zola- la construcción de la novela total, donde cada pieza enfoca situaciones o personajes determinados y forma un retablo enciclopédico de la época. La redacción de estas dos obras fue bastante angustiosa. Desde el verano del 1883 Oller trabajó en Vilaniu, pero no pudo concluirla hasta finales de septiembre de 1885, y La febre d'or, concebida en 1883, no la empezó a escribir hasta el verano de 1889, al volver de su tercer viaje a París. Esta vez, a la incertidumbre que le provocó el descubrimiento -hecho durante el segundo viaje a París (1886)- de que la novela naturalista había sido desplazada por la narrativa rusa (con la aportación del estudio psicológico de los personajes), se añadía el hecho de que el tema escogido coincidía con el de la próxima novela de Zola, El dinero, y eso obligaba a Oller a anticiparse en la publicación para que no lo acusaran de plagiario.

En La febre d'or, Oller busca una proporción más lograda entre el estudio de un caso concreto -que muestra la ascensión y el declive económico de Gil Foix- y la construcción del marco social, económico e histórico de la Barcelona moderna y cosmopolita. Pero este equilibrio, que se consigue de lleno en la primera parte de la novela, se pierde en la segunda. Al hilo de la historia de los protagonistas, el autor reduce lo que tenía que ser el problema de la especulación, grande y terrible, a un simple cambio de costumbres. El desenlace sólo se resuelve en el plano individual, debido a una vulgar estafa, cosa que resta intensidad dramática a la novela. Con todo, la obra presenta grandes aciertos. Yxart destaca, además de su ambición, la imaginación reproductora vivificada por la observación de lo más íntimo; la transformación de la clase burguesa mercantil y comercial y de sus costumbres; la galería de personajes; la ausencia de efectismos y violencias; la supeditación de la realidad a un estricto principio de causalidad, y la utilización de un estilo a la vez preciso y poético. La ciudad se personaliza para mostrar con detalle los movimientos sociales y el cosmopolitismo de la vida urbana.

En la segunda etapa de este segundo periodo, el cuestionamiento que algunos autores y críticos (como Brunetière, Marcel Prévost, Maupassant o Clarín) hacen, sobre todo después de 1886, de la novela naturalista, y la muerte de los críticos Yxart y Sardà (en 1895 y en 1898, respectivamente) acentúan la inseguridad creativa de Oller.

Esta situación lo lleva a interesarse progresivamente por el teatro y por las traducciones, especialmente de Turgeniev y Tolstoi, pero mantiene su dedicación a la narrativa con la publicación de la recopilación Figura i paisatge [Figura y paisaje](1897) y las novelas La bogeria (1899) y Pilar Prim (1906), que sintoniza con la evolución de la narrativa europea. Las nuevas tendencias narrativas encuentran un terreno abonado en Oller, que siempre había defendido el papel de la imaginación creadora del artista. Ahora Oller trata de profundizar, con la técnica naturalista, el estudio de dos psicologías. La de Daniel Serrallonga, en La bogeria, analizada a lo largo de los años por un narrador personaje que contrasta sus opiniones con las del médico Giberga, de tendencia positivista, y la del abogado Armengol, que se decanta por el romanticismo. En esta obra se expone la evolución de la locura del personaje, descrito según el determinismo científico, a partir de las leyes de la herencia y del medio reclamadas por Zola. Lo mismo hizo con la psicología de Pilar Prim en la novela homónima, donde buscó una dimensión simbólica, que ya se desprende del nombre de la protagonista. Esta novela, proyectada antes de 1899, ocupó al autor durante cuatro o cinco veranos. Es el drama íntimo de una joven viuda a quien un testamento y una familia condicionan la efusión de sus sentimientos. El monólogo interior de estilo indirecto permite el análisis de la subjetividad de los protagonistas. En este libro se detectan elementos característicos de la prosa romántica, que el modernismo había puesto de nuevo en circulación (descripciones crepusculares y melancólicas; relación entre la escena y el estado anímico de los personajes, revelación del conocimiento por medio del éxtasis, visiones e impresiones, más que por la razón), así como la tendencia a subordinar la vida al arte, que se manifiesta incluso en la aspiración de convertir la novela en poema, a través de la voz del narrador y de fragmentos de prosa poética. Desde una absoluta fidelidad a su narrativa, Oller conecta con las nuevas tendencias, gracias a sus orígenes literarios como poeta.

El tercer periodo lo ocupan los últimos casi veinticinco años de la vida de Oller. Se inicia en 1906 con un repliegue público del novelista durante la hegemonía del movimiento novecentista. Entre en 1913 y 1919 redacta Memòries literàries (1962), pensadas como un diálogo con Victor Catala, pseudónimo de Caterina Albert. En estos años aparecen dos recopilaciones de cuentos: Rurals y urbanes [Rurales y urbanas] (1916) y Al llapis i a la ploma [A lápiz y a pluma] (1918). En 1925 la intelectualidad catalana lo rehabilitó en un homenaje en el Hotel Majestic y en 1929 se le otorgó el Premio Creixells. Entre 1928 y 1930, año de su muerte (ocurrida en Barcelona el 26 de julio), vio publicados los doce volúmenes de su Obra completa, siguiendo la normativa del Institut d'Estudis Catalans.

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